Reflexiones Buena Nueva

Fiesta de la Sagrada Familia – Ciclo B (Lucas 2, 22-44) – diciembre 31, 2023

  • Este segundo domingo de Navidad, celebramos la fiesta de Sagrada Familia: José, María y el niño Jesús. También terminamos el año civil y comenzamos uno nuevo. Evangelio según san Lucas 1, 26-38


Evangelio según san Lucas 2,22-40

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Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.

También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel.

El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».

Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años.

No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Reflexión:

¿Cómo es y está mi familia?

Nuevamente, en este domingo coinciden dos fiestas, la de la Sagrada Familia y la del fin del año civil, que contabilizamos según el “Calendario Gregoriano”, adoptado en 1582 por el mundo católico, en el cual el tiempo de Pascua (Resurrección de Jesucristo), siempre es en primavera; actualmente en prácticamente todo el mundo se rige por ese calendario.

La Sagrada Familia, formada por José, María y el Niño Jesús, cuyo nacimiento celebramos la semana pasada, es para nosotros un ejemplo de unidad y valores, donde se formó humanamente Jesús, para cumplir la misión de salvarnos (ya tendremos oportunidad de recordar, durante todo el año, como es que lo hace).

Así, la historia de la salvación humana comienza con una familia, la de Abraham y Sara, y su hijo Isaac (Génesis 15, 1-6; 21, 1-3), quienes confiaron en las promesas hechas por Dios, y siendo fieles a las mismas, hasta que su descendencia llegó a ser el pueblo de Dios, Israel (cuyo nombre se debe al cambió que dio Dios a Jacob, hijo de Isaac, nieto de Abraham; y se concreta con la familia de José y María, en Jesús.

Aprendamos de José y María, que confinado en que Dios les ha hablado (a través de ángeles), de manera discreta y humilde cumplen con la observancia de costumbres religiosas y sociales que les proporcionan identidad de ser parte “del pueblo de Dios”; de Simeón, que reconoce en (el niño) Jesús, “al Salvador”, “luz de todas las naciones”, “gloria de Israel”, a quien Dios “ha preparado para bien de todos los pueblos”; de Ana, por su parte, “hablaba del niño, a todos los que aguardaban la liberación”… “la salvación”.

Encomendemos a José, María y Jesús, nuestra familia, para que, durante el próximo año, confiemos y nos dejarnos guiar por Dios, que lo único que desea para nosotros es el bien; que desde el seno de nuestra familia, “crezcamos, nos llenemos de la sabiduría y del favor de Dios”, para cumplir con lo que nos corresponde, para nuestro bien y el de la comunidad.

¡ Feliz Año Nuevo !

¿Qué tanto conservamos y cumplimos, como familia, con buenas y sanas costumbres?… ¿Cómo agradecer a Dios, como familia, tanto bien recibido durante el año que termina?… ¿En qué áreas de mi vida necesito, al igual que el niño Jesús, crecer en sabiduría y gracia?

Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org

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