Cannabis

(Gorelick DA. N Engl J Med 2023; 389: 2267-75)

Cannabis o marihuana referente a la planta genus cannabis, contiene más de 500 químicos, con más de 125 fitocannabinoides, los más estudiados son tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD); los terpenos son los que le dan el olor característico. La mayoría de los estados en los EEUUA la aceptan como legal, las excepciones son Idaho, Kansas y Nebraska).
Cannabis es la substancia psicoactiva más comúnmente empleada a nivel mundial, posterior a la cafeína, alcohol y tabaco; más de 210 millones de personas entre 15 y 64 años la usan. En los EEUUA entre personas de 18 a 25 años, 14% son consumidores de cannabis. Casi 700,000 años de discapacidad se deben a esta droga y es responsable de 10% de las visitas a Emergencias.
Los efectos psicológicos agudos por su uso incluyen euforia, relajación, sedación, aumento de apetito, alteración de la memoria a corto plazo, problemas de concentración, ansiedad, crisis de pánico, alucinaciones y desilusiones; además de boca seca, incoordinación, alteraciones del habla, inyección conjuntival, taquicardia, hipotensión, nistagmus, etc., como inhalante condiciona tos, disnea, aumento de expectoración y asma. Puede haber arritmias de grado y gravedad variables. El consumo de cannabis incrementa los accidentes de vehículos en movimiento 30-40%.
Hay trastornos de angustia y los síntomas psicóticos transitorios ocurren de 5 a 50%. Inicialmente puede aumentar tiempo de sueño pero con alteraciones estructurales y subsecuentemente hay insomnio, alucinaciones y trastornos diversos.

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Mecanismos inmunes de depresión en la artritis reumatoide.
(Brock J et al. Nat Rev Rheumatol 2023; 19: 790-804. doi: 10.1002/art.42652; resumen por Velasco JI, especialista en Medicina Interna y residente de la super-especialidad en Reumatología, Facultad de Medicina y Hospital Central)
Hasta el 50% de los pt con artritis reumatoide (AR) tienen alguna forma de depresión, con asociación a progresión de disminución funcional y pobre respuesta a tratamiento, lo que interacciona bidireccionalmente.
La AR es una enfermedad multi-sistémica, puede afectar al corazón, pulmones, sistema nervioso, óseo (osteoporosis), etc., mucho de ello relacionado a la liberación de múltiples citocinas pro-inflamatorias (factor de necrosis tumoral o TNF, interlucinas 1, 6 y 18).
El trastorno depresivo mayor es multifactorial con respuesta a inhibidores de recaptura de neurotransmisores, pero el 30% no responden. Hay aumento de citocinas, reactantes de fase aguda que incluyen proteínas como fibrinógeno y proteína C reactiva, con elevación de la eritro-sedimentación globular; además hay aumento de quimiocinas en sangre periférica y líquido cefalorraquídeo. Estudios de genoma completo también han demostrado participación de genes inmunes relacionados al trastorno depresivo mayor, que incluyen a polimorfismos de nucleótido único; de los genes más asociados a depresión está el factor 3 de la familia del TNF, una proteína de señal adaptadora implicada en varias respuestas inmunes. Los inhibidores del TNF tienen cualidades anti-depresivas.
Los mediadores inflamatorios pueden afectar las vías neurológicas directamente al unirse y activar a receptores neuronales sensitivos, incluyen neuronas sensitivas de los ganglios de la raíz dorsal (GRD); posterior a su activación estas neuronas transmites señales retrógradas a la médula espinal a través de los GRD y finalmente a la corteza cerebral, se integran dentro del tronco encefálico que transmite información a los centros corticales y subcorticales. Esta respuesta modula local y sistémicamente al sistema inmune; al liberar acetilcolina, se inhibe la producción de TNF por macrófagos. Las señales humorales de comunicación se producen por células que secretan señales de comunicación que atraviesan la barrera hematoencefálica (BHE). El reclutamiento de monocitos periféricos en el cerebro se ha vinculado a comportamiento patológico inducido por inflamación. La inflamación crónica activa a la microglia. El cráneo y hueso vertebral son fuente de células mieloides infiltrantes cerebrales, además de lo consabido de que las células mieloides cerebrales, como la microglia, provienen de sangre periférica. Otras células cerebrales como los astrocitos también se afectan por inflamación crónica.
Tanto en AR como en depresión hay activación del inflamasoma que regula la inmunidad innata y adaptativa, promueve la maduración y secreción de interleucina 1 y 18, promueve los anticuerpos ACPA (característicos de la AR) en articulaciones y en el cerebro, los que activa microglia, astrocitos y producción de neurotoxinas.
En la depresión y en la AR hay disfunción mitocondrial, mayor activación de inflamasoma, alteración de células T reguladoras, con mayor producción de citocinas. El sistema glutamatérgico también se ve involucrado al ser el principal neurotransmisor excitatorio, la inflamación aumenta su liberación y recaptación y finalmente produce daño celular neuronal y muerte.
El sistema serotoninérgico se encarga de la regulación emocional, recompensa, memoria y cognición, el transportador de serotonina dependiente de sodio (SERT) regula la recaptación activa y el aumento de actividad se correlaciona con depresión. En estudio de células gliales la mayor producción de citocinas pro-inflamatorias se correlacionan con aumento en la expresión de SERT.
El hipocampo localizado profundamente dentro de los lóbulos temporales se asocia con depresión y deterioro cognitivo, la ínsula con importancia en el proceso de sensibilidad y control motor, también es clave en los trastornos de comportamiento inducidos por depresión. La amígdala es una parte del sistema límbico y al igual que el hipocampo tiene funciones en el control de respuestas emocionales y ayuda en el proceso de toma de decisiones a través de la memoria; la sobre-estimulación de esta zona se relaciona con depresión.