Cuarto Domingo de Adviento – Ciclo B (Lc 1, 26-38) – diciembre 24, 2023
En este Cuarto Domingo de Adviento, convergen espera y encuentro, tiempo final de preparación, con la Noche Buena y nacimiento de Jesús, la Navidad.
¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA
Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Reflexión:
¿Está preparado mi corazón?
Este domingo apenas nos dará tiempo para cerrar nuestra preparación a la Navidad, comenzando con la Noche Buena, con una última reflexión preparatoria a recordar el nacimiento de Jesús, en nuestro corazón.
La liturgia nos sintetiza la inagotable esperanza de la venida del Salvador; en la primera lectura (Samuel 7, 1-5.8-12.14.16), las promesas al rey David, hoy también son para nosotros, “el Señor está con nosotros”, “estaré contigo en todo lo que emprendas” … Pero, como dice san Pablo, en la segunda lectura (Romanos 16, 25-27), necesitamos de la “fuerza para cumplir el Evangelio, predicado por Jesucristo”, por tanto, es nuestra disposición y preparación para recibirlo lo que permite que Jesús (re) nazca en nuestro corazón (este tiempo y siempre). Él, como dice el Salmo 88, viene para “sellar una alianza estable”, “eternamente a mi favor”, con “fidelidad”, para nuestra salvación, ara que podamos ser plenamente humanos, felices.
La espera de su venida, está tan cerca, cuanto abra mi interior a recibirlo, como María, escuchando a “un ángel” (o varios, ej. padres, catequistas, amigos, etc.), que nos han comunicado que el Señor desea habitar en nuestro corazón y “reinar por siempre”.
Cuando Él llegue, y habite en mi casa (corazón), podremos decir, como dice el poema:
“Llegas, / acampas en mi tierra, / sacudes mis cimientos, / rompes mis fronteras, / abres mis encierros.
Llegas, y avivas el hambre de Dios, / de verdad, de hermano, / de justicia, / de vida.
Llegas y sanas / heridas añejas / y tristezas nuevas.
Llegas, / amas mi pobreza, / mi ayer entero, / el ahora en su calma y su tormenta, / el mañana posible.
Llegas y conviertes / el sollozo en fiesta / la muralla en puerta / la nada en poema.
Llegas cargado de Ti,/ y de otros… Palabra con mil promesas / humanas, eternas…
Llegas, / despiertas el amor dormido / y te quedas.” José María R. Olaizola, SJ.
¡Feliz NAVIDAD!
¿Cómo celebro la venida de Jesús?… ¿Con quién comparto la alegría de su venida?… ¿Cómo se nota que Él está en mí?
Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
#RecursosParaVivirMejor
www.ccrrsj.org