Reflexiones Buena Nueva

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Segundo Domingo de Adviento – Ciclo B (Mc 11, 1-8) – diciembre 10, 2023

La liturgia, de este Segundo Domingo de Adviento, nos recuerda porqué y para que hay que preparamos a la venida de Jesús, en nuestro corazón:

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Evangelio según san Marcos 1, 1-8

Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito:

He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino.

Voz del que clama en el desierto:

“Preparen el camino del Señor,

enderecen sus senderos”.

En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

Reflexión:

¿Qué profetizan mis palabras y acciones?

Comienza Marcos su evangelio, citando al profeta Isaías (40,3) y recordando al último de los profetas, Juan el Bautista, que anuncia la venida del Salvador.

Si hoy lees las dos lecturas y el evangelio, como si te estuvieran siendo dichas directamente a ti, podrías comprender mejor lo que implica el “preparar el camino” para la venida de Jesús, a tu corazón:

•   Consuela a quien sufre: esclavitud, explotación, sumisión, sometimiento, sujeción, yugo; maldad, perversidad, vileza, infamia, injusticia.

•   Prepara las condiciones para que ellos (los que sufren) tengan una vida más digna y llevadera y así, se manifieste la gloria del Señor.

•   Anuncia, con alegría y sin temor que es el Señor quien nos salva con su ejemplo, entrega y amor.

•   Vive, cada día con esperanza, dejándote llenar del amor de Dios, que solo quiere tu bien.

•   Arrepiéntete, de las injusticias hechas, del bien no realizado, por omisión.

Nos preparamos así, para recibir en nuestro corazón, a Jesús, a su Espíritu (Santo), que nos ilumina y fortalece, tanto para conocer el camino y manera en que Jesús nos salva, de todo aquello que nos separa de los demás e impide tengamos una “vida abundante”, con justicia y en fraternidad.

La preparación, por tanto, es proactiva y no de espera pasiva; es un llamado a ser reflejo del amor fraterno y salvador de Jesucristo, que nos salva, cuándo nosotros salvamos a otros; es re-cordar (volver a pasar por el corazón), que somos “imagen y semejanza” de Dios, porque podemos amar, como Él.

¿Qué necesito para transitar por los caminos del bien?… ¿Cómo puedo ser hoy, proferta de la Buena Nueva?… ¿Cómo mitigar el dolor, el sufrimiento y carencias de los más necesitados?

Alfredo Aguilar Pelayo

alfredo@ccrrsj.org

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