Carta de una despedida: las cosas que nunca te dije

Debo confesar que la escritura se ha convertido en mi terapia favorita. Quizá porque me permite expresar mejor todas aquellas cosas que siento y que, por algún motivo, no puedo decir de otra manera. Por eso, sin más, decidí hacerte una carta de despedida con las cosas que nunca te dije.

Espero que estas palabras nos sirvan para sanar y para poner fin a un capítulo que nos deja gratos recuerdos.

En algún punto de nuestra historia dejé volar mi imaginación e idealicé una imagen tuya que no correspondía del todo a lo que eres. Sé que en el camino diste pasos gigantes para convertirte en al menos una parte de esa persona que yo deseaba.

También soy consciente de que modifiqué muchas cosas de mí con la intención de que te quedaras. Pero bueno, ahora sé que nos equivocamos.
Me despido, fui feliz y no me arrepiento de nada.

Como te decía, pude comprender que nos equivocamos en muchas cosas. Es cierto; todo este proceso me causa dolor y me hace sentir el corazón arrugado. Aun así, me atrevo a afirmar que no me arrepiento de nada. A pesar de todas las cosas que hicimos mal, recuerdo con amor esos momentos felices que pasamos desde el primer momento.

Me guardo tu sonrisa y todos esos consejos que me dabas.
Y sí, se quedaron muchas cosas pendientes; no llegamos a realizar muchos sueños. Pero tampoco podemos aferrarnos a la ilusión de que las cosas pueden ser como antes.

Nos conocimos en muchas facetas y nos desconocimos en otras tantas. Por eso sabemos que es el momento para decir adiós. Esta historia fue tan maravillosa, que sería una pena resumirla al dolor. Te quiero y deseo dejar ese sentimiento guardado.

En esta carta de despedida te pido perdón

Aprovecho para pedirte perdón por mis errores. Tuve actitudes caprichosas que quizá pasaron por encima de tus sentimientos. También te hice cambiar cosas que genuinamente eran parte de ti. Y aunque ya es tarde, todo eso me ha hecho entender que hay muchas formas de fallar más allá de una traición.
Te digo adiós, pero una parte tuya se queda aquí.

Es inevitable no sentir nostalgia cuando pienso en todos los caminos que recorrimos juntos. Al principio me costó aceptarlo; no quería entender todas esas cosas que hoy te estoy diciendo en esta carta de despedida. ¿Imaginar mis días sin ti? Una tortura, sin duda. Pero ahora sé que hay que amar sin ataduras. No podía dejar que tantas risas y tantos momentos felices acabaran envueltos en sentimientos de decepción y tristeza.

Al fin y al cabo, en mí siempre habrá una parte tuya que no podré borrar ni con el tiempo. Decidí que esa parte fuera lo mejor de tu ser. Tu risa, tu mirada y los sentimientos que me supiste entregar de una y mil formas. Todas esas cosas seguirán conmigo y me recordarán que no merezco menos.