Hace tan solo 11 años, la científica francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna llevaron a cabo investigación básica y publicaron su innovación de las herramientas más afinadas de la tecnología genética, que se conocen popularmente como las “tijeras” CRISPR.
Abrieron la puerta a que se pueda cambiar el ADN de animales, plantas y microorganismos con una precisión extremadamente alta. Pero nadie creía que una aplicación concreta en pacientes iba a estar pronto disponible.
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Sin embargo, ayer se produjo un momento histórico en el desarrollo de la tecnología. Por primera vez en el mundo, una autoridad regulatoria de medicamentos y tecnologías médicas dio luz verde a una terapia basada en las tijeras CRISPR para pacientes. Esto ocurrió en el Reino Unido.
La terapia se autorizó para el tratamiento de pacientes de 12 años o más con anemia falciforme y beta talasemia dependiente de transfusión. Se estima que solo en el Reino Unido que hay unos 2.000 pacientes elegibles para recibir la terapia.
Mientras tanto, también la agencia regulatoria de Estados Unidos, la FDA, está evaluando la posibilidad de autorizar la terapia para diciembre, tras haber organizado en octubre pasado una audiencia en la que se escucharon las voces de pacientes que han participado en ensayos clínicos y obtuvieron buenos resultados con CRISPR.
La terapia aprobada en el Reino Unido fue desarrollada por CRISPR Therapeutics, la empresa suiza cofundada por la doctora Charpentier, y Vertex Pharmaceuticals, una gran empresa biotecnológica con sede en Boston.
Si bien tiene beneficios, aún hay cuestiones que podrían limitar el acceso. No es un tratamiento fácil de recibir, ya que requiere que los pacientes pasen semanas, incluso meses, en el hospital antes y después de que se administre la terapia. Otro punto es el alto costo que podría tener.
“Tanto la anemia falciforme como la talasemia beta son enfermedades dolorosas que duran toda la vida y que en algunos casos pueden ser mortales. Hasta la fecha, la única opción de tratamiento permanente es el trasplante de médula ósea, que debe proceder de un donante compatible y conlleva riesgo de rechazo”, afirmó Julian Beach, director ejecutivo Interino de calidad y acceso a la asistencia sanitaria de la agencia MHRA del Reino Unido.
Luego hizo el anuncio: “Me complace anunciar que hemos autorizado un tratamiento de edición genética innovador y pionero en su género, denominado Casgevy, que, según los ensayos realizados, restablece la producción de hemoglobina sana en la mayoría de los pacientes con anemia falciforme y beta-talasemia dependiente de transfusión, aliviando así los síntomas de la enfermedad”.
“Estaba previsto que esta terapia para anemia falciforme y beta talasemia sería la primera en aprobarse por una agencia reguladora. Se esperaba que fuera la FDA o la Agencia Europea de Medicamentos. Ha sido la agencia británica. Enhorabuena a los laboratorios que han conseguido este hito”, dijo a Infobae el investigador Lluís Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología, que depende del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de España.
Originalmente, la técnica CRISPR, que consiste en una forma de modificar áreas específicas del ADN, fue inspirada en lo que pasa en bacterias.
La científica Charpentier estudió a la bacteria Streptococcus pyogenes, que causa la faringitis, la escarlatina, y hasta infecciones invasivas, y ha generado brotes desde el año pasado en Europa, América del Norte y en países como la Argentina y Uruguay. La bacteria almacena partes del ADN de los virus enemigos para poder cortar sus genes y defenderse.
Cómo funciona la terapia con edición genética
La anemia falciforme y la talasemia beta son enfermedades causadas por errores en la secuencia de ADN de los genes que codifican para la hemoglobina. Esta molécula, la hemoglobina, ayuda a los glóbulos rojos a transportar oxígeno por todo el cuerpo.
En la anemia falciforme, la hemoglobina anormal hace que los glóbulos sanguíneos se deformen y se vuelvan pegajosos. Así se forman grumos que pueden obstruir los vasos sanguíneos que pueden reducir el aporte de oxígeno a los tejidos. Los afectados sienten períodos de dolor intenso.
En tanto, la beta talasemia se produce cuando mutaciones en el gen de la hemoglobina provocan niveles deficientes o ausentes de la molécula transportadora de oxígeno en los glóbulos rojos. Las personas tienen fatiga, dificultad para respirar y latidos irregulares.
La nueva terapia empieza por extraer células madre hematopoyéticas de la médula ósea de personas con ambas enfermedades. Luego, usan la tecnología CRISPR para editar los genes que codifican la hemoglobina en esas células. Al interrumpir el gen BCL11A, la terapia desencadena la producción de hemoglobina fetal, que no presenta las mismas anomalías que la hemoglobina adulta de los pacientes.
Antes de que las células editadas genéticamente se infundan de nuevo en el organismo, las personas deben someterse a un tratamiento que prepara la médula ósea para recibir las células editadas. Una vez administradas, las células madre dan lugar a glóbulos rojos que contienen hemoglobina fetal. Al cabo de un tiempo, esto alivia los síntomas al aumentar el suministro de oxígeno a los tejidos.
“Los precios que se barajan oscilan entre 2 y 3 millones de dólares por paciente. Difícilmente servirán para llegar a los 350.000 enfermos de anemia falciforme anuales. Dentro de ese total, 300.000 viven en África. Debemos aplicar el cuarto principio de bioética, el de justicia, para que estas terapias lleguen a todos cuantos lo necesiten, no solo a quien pueda sufragarlas”, sostuvo el investigador español.
El alto costo es también una preocupación para la misma científica Doudna, que trabaja en la Universidad de California en Berkeley y compartió el Premio Nobel de Química 2020 con Charpentier.
“No creo que queramos vivir, o yo no quiero vivir, en un mundo en el que solo unas pocas personas ricas o conectadas puedan acceder a algo como esto”, dijo Doudna a STAT. Afirmó que los investigadores del Innovative Genomics Institute, que ella dirige, están centrados en esta cuestión de cómo asegurarse de que CRISPR va a estar finalmente disponible para la gente de todo el mundo que pueda beneficiarse de ello”.