El impacto del estrés en la vida sexual

La ajetreada vida moderna, llena de trabajos, citas, actividades extralaborales, eventos, compromisos familiares… más la crianza de los hijos para algunos, a veces por no decir muy frecuentemente nos hace olvidar la importancia de mantener una relación saludable con nuestro cuerpo, nuestra sexualidad y nuestras parejas.

El estrés que experimentamos, debido a este frenesí cotidiano, puede tener un efecto perjudicial en nuestras vidas sexuales.

El estrés hace estragos en nuestra vida sexual. Se genera más adrenalina, noradrenalina y cortisol cuando estamos estresados; son neurotransmisores y hormonas que, en exceso, no son amigas de la relajación ni del placer.

Estas sustancias generan una disminución de flujo sanguíneo hacia todos los órganos, incluidos los sexuales (pene, vagina y vulva). Ello puede llevar a la disfunción eréctil, a la falta de lubricación vulvovaginal, a experimentar dolor en las relaciones sexuales, a la falta de orgasmo y a la eyaculación precoz o retardada.

Por otra parte, la falta de concentración, los cambios en el carácter, el hecho de estar de mal humor, la irritabilidad, la tensión y la ansiedad son características que acompañan al estrés y que no contribuyen al momento del sexo.

Entonces, ¿conviene tener relaciones sexuales cuando estamos estresados?

Aunque el estrés afecta de modo negativo al sexo, mantener relaciones sexuales o masturbarse podría actuar como un ansiolítico natural. Es decir, serían formas de aliviar el estrés.

Suena contradictorio recomendar las relaciones sexuales en estrés, pero lo cierto es que mejoran algunos síntomas. El sexo facilita la conciliación del sueño, por ejemplo. Con solo caricias y besos, ya podríamos combatir el insomnio propio de la ansiedad.