El bloque opositor no fue

Y Gálvez no supo liderarlo

as primeras encuestas sobre las tendencias del voto a diez días de iniciadas las precampañas y ya de manera formal –aunque no legal aún– con tres aspirantes definidos a la presidencia, el corte de caja no puede ser más pesimista para la oposición: Xóchitl Gálvez Ruiz perdió el impulso original y puede ser desplazada por la dinámica mediática del candidato emecista Samuel García Sepúlveda.
Los primeros análisis revelan que Gálvez Ruiz era una candidata de chispazos y chistoretadas, pero carecía de formación y pensamiento estratégico para convertirse en la verdadera líder de la oposición. En las primeras semanas de precampaña, ella va por un lado y los partidos que la promueven andan por otro muy diferente y los dirigentes del PRI, el PAN y el PRD con prioridades más de afianzamiento de su poder interno en sus partidos para apropiarse de las candidaturas legislativas.
En el lado de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo se ha dedicado a construir alianzas con los verdaderos grupos de poder que podían garantizarle los votos y hasta ahora no han existido choques con el presidente López Obrador; por razones hasta ahora desconocidas, el disidente Marcelo Ebrard Casaubón se difuminó en el ambiente político porque no quiso enfrentar un choque directo con el presidente López Obrador.
Si comenzó en una carrera sin obstáculos, Gálvez Ruiz se está desmoronando ante el peso de la responsabilidad, pero sobre todo está mostrando una falta de firmeza para ser líder de una oposición dispersa y desordenada, su choque con Vicente Fox por el comentario vulgar del expresidente contra la esposa del candidato de MC y la carga negativa del expresidente Calderón y su grupo político han mostrado a una candidata opositora que no entiende de liderazgo efectivo y que se la pasa disculpando y justificando los errores de sus aliados.
Las críticas contra los errores, inconsistencias e insuficiencias de Gálvez Ruiz se explican en función de una crisis de expectativas: sus promotores, alentadores y apoyadores supusieron que su movilidad simpática contra el presidente de la República iba a ser suficiente para ganar las elecciones, pero oposición, aliados y su mediocre equipo siguen sin entender que una candidata de la oposición debe, por definición, liderar a toda la pluralidad opositora, entendiendo por liderar el ejercicio enérgico de sus decisiones y la subordinación de los grupos promotores.
A base de decepciones mediáticas, Gálvez Ruiz podría estar siendo obligada por las circunstancias a entender que una campaña presidencial no es un paseo en bicicleta, sino que implica la construcción de una estructura de poder centralizado que se mueva al ritmo y tono de la candidata presidencial y que todos los días se puede ver a una lideresa dando instrucciones a esa estructura opositora para concentrar las actividades de una campaña que hoy se ve no sólo dispersa, sino anárquica, caótica y sin rumbo preciso.
Una candidata presidencial debe centralizar el funcionamiento de todos los grupos que giran alrededor de esa figura y no se puede ver a esa candidata andar perdida en los caminos de la República. Este error estratégico se percibió, en evaluaciones en su momento a posteriori, en la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas como candidato opositor –primero de un frente y luego del PRD– donde predominaba más el peso de la figura personal del candidato que la estructura de poder que debía de hacer los amarres entre todos los grupos políticos y sociales en torno a la propuesta del candidato.
Gálvez Ruiz no se ha percatado del lastre que representa las figuras personales de Alejandro Moreno Cárdenas, Marko Cortés y Jesús Zambrano como líderes de los tres partidos que promueven la candidatura del antiguo Frente Amplio y hoy –como escribió con ironía Jesús Silva-Herzog Márquez en Reforma– de una alianza opositora que tiene “título de una telenovela” –“fuerza y corazón de México”–.
Las primeras evaluaciones de expertos en consultoría político-electoral están percibiendo con pesimismo de que Gálvez Ruiz no tiene la fuerza para tomar el control de la oposición articulada en tres partidos, no parece tener tampoco una idea clara de qué tipo de liderazgo estaría esperando la sociedad y menos aún ha podido mostrar indicios de tener el control y el liderazgo de su candidatura opositora.
Mientras las circunstancias están esperando una candidatura opositora, Gálvez Ruiz parece seguir disfrutando sus paseos en bicicleta.

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