XXXII Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mt 23, 1-13) – noviembre 12, 2023.
El evangelio nos presenta, a través de una parábola, como podemos ser parte del Reino de los cielos, o sea, ser plenos y felices, ahora y cuando llegue el tiempo de dejar esta viva terrenal…
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Evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara.
Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’.
Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.
Reflexión:
¿Cómo me preparo cada día?
Las lecturas de la liturgia me hicieron recordar el proverbio chino: “Qué curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere”, porque justo el mensaje que Jesús nos quiere enseñar es, saber cómo vivir cada día, hasta que llegue el tiempo de morir.
Me explico: “normalmente” no pensamos que vayamos a morir (evadimos el tema), especialmente de jóvenes y adultos; estamos tan ocupados en tantas cosas, que ni tiempo de considerar el tema.
Que lo evada, no implica que vaya a suceder, o sea, que no vayamos a morir; por lo que hoy, si prestamos atención a Jesús, nos recuerda que:
*cada uno debemos prepararnos,
*la luz de su Espíritu, nos da la sabiduría necesaria para ello,
*es una labor diaria …
La sabiduría, actuar con sensatez, prudencia o acierto, la buscamos y vamos adquiriendo cada día, “la contemplan quienes la aman y ella se deja encontrar por quienes la buscan y se anticipa a darse a conocer a los que la desean” (Sab 6, 12-16)
Para prepararme, por ejemplo, Ignacio de Loyola nos propone el examen diario, con el cual reviso cada jornada:
*pido luz, para ver con sus ojos, como fue mi día,
*agradezco lo vivido, tanto lo bueno, como no tanto,
*descubro los momentos cuando,
o estuvo Dios presente, para reforzarlos e impúlsalos…
O algo estuvo mal (por errores o equivocaciones), para corregir, enmendar…
*miro hacia adelante, para mañana, estar sintonizado con Dios, en todas y cada una de mis acciones.
Cada día, disfrutando, agradeciendo, mejorando y compartiendo fraternalmente (de lo que tengo y puedo) con los demás, para que también ellos se vayan preparado y disfruten esta vida terrena; así podremos disfrutar la vida, prepararnos cada día, y al final de nustro tiempo, poder “ir al encuentro del Señor, para estar siempre con Él” (cfr.1 tes 4, 13-18).
¿Qué me impide hoy, gozar la vida?… ¿Cómo vivir en la confianza de que Dios solo desea mi bien, para ésta y la vida futura?… ¿Cómo poder contribuir a que los demás tengan una vida, que valga la pena vivir?
Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
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