La menopausia es considerada una parte normal del ciclo vital de la mujer. Pero hay quienes relacionan la sintomatología que acompaña este proceso con un acontecimiento patológico. En 1957, un biólogo estadounidense propuso que la menopausia era, de hecho, una adaptación, por lo que presentó la hipótesis de la abuela.
Desde el punto de vista evolutivo, una de las principales funciones para la vida es la reproducción. Lo que permite que la información genética de un individuo puede ser transmitida a generaciones posteriores, perpetuando la especie.
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Esta finalidad biológica se contradice con la menopausia, ya que no tendría sentido alguno seguir existiendo cuando no se es capaz de procrear. En pocas especies del planeta, la hembra deja de ser reproductiva con la edad. Con la menopausia se permanece infértil el resto de la vida, lo que se puede prolongar por décadas.
Estudiando a las orcas se ha logrado demostrar una relación directa entre la presencia de una abuela no fértil y la supervivencia de sus nietos, en comparación a aquellos grupos de mamíferos en los que las abuelas mantienen su capacidad reproductiva.
Por otro lado, el hecho que una hembra pueda vivir por décadas después de dejar de ovular, implicaría un mayor tiempo de dedicación de una abuela en la crianza de sus nietos.
Esto brindaría mayor eficiencia a la reproducción general de la especie.
En términos ecológicos, esta utilidad podría explicar la amplia supervivencia en la edad no reproductiva.