- Analizó por más de una década las mentes de los grandes capos de la droga y asesinos seriales
- Enfrentó con inteligencia una huelga de hambre de 500 criminales de alta peligrosidad
Fundador del Sistema Penitenciario de Máxima Seguridad en el país, vio desfilar por aquellas celdas un sinnúmero de personajes cargados de maldad, cerebros sanguinarios y causantes de los ríos de sangre en México; nunca titubeo.
Analítico, audaz, intuitivo y con una rectitud que rara vez te encuentras en el servicio público.
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De esos pocos entregados a su profesión y con la firme convicción de hacer la diferencia.
Caminó parte de su vida junto al peligro, pero sin miedo; coleccionista de aciertos e historias, en un andar lleno de claroscuros y riesgos.
Paciente y certero. Incorruptible, visionario y entregado: Arturo Morán Arellano, El Psicólogo los Criminales.
En una palabra definió a Raul Salinas como un ser exigente; a Daniel Arizmendi “El Mochaorejas”, sanguinario; Joaquín “El Chapo” Guzmán es un camaleon; Felix Gallardo “El Jefe de Jefes” un hombre persistente y Mario Aburto, alguien muy obsesivo.
Ernesto Fonseca Carrillo “El Neto”, es un cínico; Rafael Caro Quintero, prepotente; Zulema Yulia Hernández, histrionica; Alberto Sicilia Falcón, gangster; Juan José Esparragoza Moreno, encubierto y Héctor Luis “El Güero” Palma, inexpresivo.
La fuga que cambió mi vida
Nacido en Ébano, San Luis Potosí, Morán Arellano estudió Psicología Clínica con maestría en Educación Superior, pionero de las prisiones federales de máxima seguridad de Almoloya de Juarez ahora Altiplano; Puente Grande hoy Occidente y Matamoros, ahora Noreste.
Al egresar de su carrera vivió la triste realidad de la gran mayoría, ser profeta en tu tierra es muy complicado. Bajo esa premisa, decidió migrar a la capital del país en busca de oportunidades.
Dejó currículums por doquier, el IMSS y la SEP fueron algunas dependencias donde tocó la puerta. En aquel entonces estaba por arrancar operaciones el gran proyecto de máxima seguridad: Almoloya de Juarez. Su deseo de ser penitenciarista, lo llevaron a la fila de aspirantes.
De entre miles, resultó seleccionado para un cargo de menor.
Ahí comenzó la historia de aquel psicólogo potosino lleno de metas que en poco tiempo ya podía sostener desde una 9 mm hasta una escopeta; los diversos cursos con armas fue el primer paso.
Arturo Morán Arellano, logró movilidad escalafonaria hasta llegar a ser director de la prisión federal Puente Grande en Jalisco posterior a la primera fuga de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”.
Tras algunos años en prisiones federales, El Psicólogo de los Criminales, se encontraba como Subdirector Tecnico en el Penal de Máxima Seguridad de Matamoros cuando una llamada telefónica cambió su vida.
El Chapo Guzmán habría escapado en un carrito de lavandería de la prisión de máxima seguridad de Puente Grande y su traslado para “peinar y limpiar” el lugar, sería inminente.
“Me hablo mi hermana, lo recuerdo bien y me dice, no encuentran al Chapo y yo como que no lo encuentran, me vuelve a decir, ¡no! Esta saliendo en las noticias nacionales, no lo encuentran, sabía que eso iba a cambiar mi historia”.
“Estaba tranquilo en Matamoros, ahí era subdirector técnico en Matamoros, teníamos un centro con poca población, lo acabábamos de inaugurar, muy tranquilo”.
Morán Arellano recordó “la limpia” que se ejecutó tras la primera fuga de “El Chapo” en Puente Grande, un hecho con niveles de corrupción fuera del entorno carcelario; más allá de cualquier cúpula penitenciaria.
“En la primera fuga del Chapo la corrupción no fue a niveles carcelarios, es decir no fue a nivel penitenciario, esto fue algo mucho muy alto”.
En entrevista afirmó que los capos de la droga son personajes con una ambición de poder desmedida, personas que no les interesa otra cosa más que el poder, el dinero y el control de gente.
“Y precisamente por eso están juntitos todos. Los capos están todos en las carceles federales, los teníamos a todos juntos. Los capos de Sinaloa, los de Tamaulipas están juntos porque así no se pueden manipular, son las mismas características”.
“Es decir la calificación de internos es mágica cuando lo haces realmente bien, porque lo que haces es impedir que agarren fuerza. Pones a un líder juntos a un seguidor, alguien con poder económico con alguien que no lo tiene, es un problema muy grande para la prisión”.
Recordó que en su pasó por el Sistema Penitenciario, de 1989 hasta el 2002 en el área de máxima seguridad, “jamas hubo una cuestión de corrupción y eso a mi me enorgullece y ¿por qué fue?, porque tuve mandos honestos”.
Un sin de historias
Púpilo de Juan Pablo de Tavira y Noriega, uno de los mejores penitenciarias del país, Morán Arellano, detalló que en las cárceles todos los días pasan cosas diferentes y que cuando todo parece en plena calma, es una alerta.
De niño admiraba a El Kalimán, aquel personaje de historietas que le enseñó que “el que domina la mente, lo domina todo”.
Entre los hechos que más recuerda fue el traslado del General de División del Ejército Mexicano, José de Jesus Gutierrez Rebollo, quien fue Director del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, en un operativo inigualable, “nunca deje de contar camionetas, la fila era interminable”.
Y el tener cara a cara a Héctor Luis “El Güero” Palma, luego de que promovió su trasladarlo sin éxito al penal de Matamoros, “me miró y con los ojos me dijo: no me quieres aquí, no me quieres y sí, yo no lo quería”.
También platicó que una tarde que parecía normal, habría salido de Puente Grande a ver a su familia; se disponía a degustar una parrillada le informaron que la totalidad de los reos estaba en huelga de hambre.
Certero en sus decisiones, pidió a los encargados de cocina que les prepararán huevo con chorizo, el más oloroso y fuerte y los bajaran al comedor. En menos de 24 horas de 500 reos, 300 desistieron.
Una vez ubicado en Puente Grande, como Director y con una larga lista de aciertos y aportaciones para la seguridad del país, ocurrió lo inesperado: una persecución lo hizo claudicar de su firme encomienda.
“En lo primero que piensas es en tus hijos”, afirmó al recordar que sin pensarlo dos veces, decidió dejar su ajetreada y peligrosa vida, coger a su familia y volver a territorio potosino. “No me costó ningún trabajo decidirme porque primero estaba la seguridad de mi familia”.
En un pestañar, pasó de la máxima seguridad, a la máxima tranquilidad, como docente y psicólogo particular, labores que disfruta con la misma pasión.
Hoy alejado de todo el ajetreo, sentado en una cómoda silla en el jardín de su casa, con una guayabera verde militar, dio a conocer su nueva aportación, su primer libro: El Psicólogo de los Criminales. Prepara una segunda obra, donde habla de la decadencia de la sociedad.
El Psicólogo de los Criminales es un libro donde compiló sus diversas vivencias en el ámbito penitenciario con el fin de compartir experiencias que transmitan al lector el funcionamiento de los diferentes establecimientos penitenciarios, desde la perspectiva de un profesional de la psicología clínica.
Almoloya, Puente Grande, Matamoros, las tres prisiones de máxima seguridad en México y sus notables inquilinos, descritos a través de la óptica y las vivencias de un psicólogo clínico que fue pionero y fundador. El Psicólogo de los Criminales, te introducirá a las entrañas mismas de la prisión, sin haber estado ahí.
Para Morán Arellano, los sistemas de justicia han cambiado abismalmente y define la llegada de los derechos humanos como “un lastre” que consecuenta la criminalidad en un país, rebasado por la delincuencia. Para retomar el camino, se necesita una cabeza que haga las cosas bien, sin corrupción, afirmó.
Y para volver a tomar las riendas de un penal la única condición sería que sí Celina Oceguera Parra, regresa a la Coordinación Nacional de los Centros Federales de Máxima Seguridad, “una mujer intachable”.