La historia de esta paciente se remonta a hace 20 años cuando perdió una de sus manos a causa de un accidente agrícola.
Desde entonces, ha soportado un inmenso dolor de miembro fantasma. Ahora, dos décadas después y gracias a la tecnología y aunque aún queden muchos obstáculos que superar como el hecho de conseguir que los miembros tengan apariencia humana, somos testigos de una integración total de una mano biónica en el cuerpo de una persona (con todo lo que eso supondrá para la vida de Karin, de 50 años, de Suecia, y protagonista de esta historia).
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El dolor del miembro fantasma es un problema habitual para todas aquellas personas que se someten a una amputación, pero gracias a una prótesis de mano biónica funcional que puede sentir algunas sensaciones y permitir hacer aproximadamente el 80 por ciento de lo que podemos hacer con nuestras manos, es un cambio de tercio considerable en este aspecto, ya no solo por ese alivio del dolor, sino por portar una prótesis funcional que se fusiona con el propio cuerpo del paciente.
Las personas con pérdida de extremidades a menudo rechazan incluso las prótesis más sofisticadas disponibles comercialmente porque resultan incómodas y presentan una capacidad de control limitada. Por el contrario, la prótesis biónica no solo ha conseguido aliviar el dolor, sino que es cómoda y fiable para usarla en el día a día.
Es una prótesis mucho más funcional.
Hace apenas unos años, le ofrecieron la oportunidad de recibir una novedosa mano biónica modificada quirúrgicamente para integrarse estrechamente con su cuerpo y aceptó el desafío.
“Para mí esta investigación ha significado mucho, ya que me ha dado una vida mejor”, explica Karin, cuyo apellido no ha sido revelado por mantener la privacidad de la paciente.
Para ello, los científicos, cirujanos e ingenieros, desarrollaron una interfaz hombre-máquina que permite que la prótesis se fije cómodamente al esqueleto del usuario mediante osteointegración, al tiempo que permite la conexión eléctrica con el sistema nervioso mediante electrodos implantados en nervios y músculos.
Los investigadores, que provienen de Suecia, Italia y Australia, dicen que es la primera vez que una mano robótica con electrodos internos ha demostrado viabilidad a largo plazo para amputaciones por debajo del codo.
“El hecho de que [Karin] haya podido utilizar su prótesis de manera cómoda y efectiva en las actividades diarias durante años es un testimonio prometedor de las capacidades potenciales de esta nueva tecnología para cambiar la vida de personas que enfrentan la pérdida de una extremidad”, explica el ingeniero en robótica Max Ortiz Catalán, quien dirigió la investigación en el Instituto de Biónica de Melbourne, Australia, y en el Centro de Investigación sobre Biónica y Dolor de Suecia.
La prótesis biónica está hecha de titanio, que no sólo es fuerte, sino que también tiene propiedades que le permiten unirse con la materia ósea, creando una conexión mecánica resistente.
Así pudieron fusionarla con los dos huesos del antebrazo, el radio y el cúbito.
En comparación con una prótesis convencional, esta nueva tecnología mejoró la precisión de agarre de Karin casi cuatro veces. Gracias a ello, Karin puede maniobrar mentalmente la mano protésica, lo que le permite coger objetos y tocar el violín a voluntad, por ejemplo.
Además, desde que adquirió su nueva mano, ha podido quitársela de forma fácil e independiente a la hora de acostarse.
El trabajo de los científicos ha demostrado ser notablemente exitoso y los investigadores están igualmente contento con los resultados.
“Al combinar la osteointegración con la cirugía reconstructiva, los electrodos implantados y la IA, podemos restaurar la función humana de una manera sin precedentes.
El nivel de amputación por debajo del codo presenta desafíos particulares, y el nivel de funcionalidad alcanzado marca un hito importante para el campo de la reconstrucción de extremidades avanzadas en su conjunto”, dicen los expertos.