¿Por qué escuchamos canciones tristes cuando estamos de bajón?

La música, como el arte en general, busca consolar, confortar, alegrar, angustiar, apenar.

En definitiva, emocionar. De los verbos citados, quedémonos con los dos primeros.

En las canciones encontramos muchas veces el consuelo que necesitamos en momentos complicados. Y es curioso que en ese aliento se haya convertido en un clásico recurrir a canciones tristes.

Tristeza correspondida con tristeza, ¿por qué?

Nuestro lado emocional conecta mucho más con las canciones que el racional.

Prestemos poca atención a lo que escuchamos, simplemente, lo repetimos y disfrutamos.

Cuando nos sentimos afligidos, todo lo que recordamos y vemos tiene un tinte de tristeza.

Las emociones que en un momento determinado sentimos transforman nuestros recuerdos y nuestras vivencias y, por eso, evocamos más cosas.

Así, recuerdos positivos pueden convertirse en tristes debido a la situación que la persona está viviendo.

Por otra parte, el reconocimiento en la canción es un elemento clave, pues gracias a él conectamos con experiencias personales.

Hay una influencia de la identificación con la letra, la melodía, el cantante, el ritmo o el estilo, la asociación que se produce entre determinadas canciones y situaciones y momentos concretos.

Así, escuchar música triste puede dar la sensación de catarsis emocional, lo que ayuda a liberar y procesar sus emociones negativas.

Es una forma de validar sentimientos de soledad o de melancolía.