Comprobar la fecha de caducidad: Lo primero que hay que hacer siempre antes de consumir un producto es comprobar la fecha de caducidad. Si esta es anterior al día en la que vamos a consumir el producto, lo mejor será no hacerlo.
Hasta aquí todo parece muy sencillo.
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El problema es que no todos los alimentos incluyen fecha de caducidad. Si se trata de un producto fresco comprado a granel, habrá que usar otras técnicas para saber si su consumo puede ocasionar algún problema en nuestro organismo.
Productos lácteos en mal estado: Los productos lácteos son uno de los más delicados en cuanto a conservación.
Es muy fácil que estén en mal estado si no se han conservado de la forma adecuada por lo que es importante comprobar si son aptos para el consumo.
Queso. Si aparece una capa de moho que cubre su superficie.
Si la capa es solo superficial y no muy grande se puede retirar y el producto sigue estando en buen estado.
Leche.
Su olor es muy fuerte y además su sabor se vuelve agrio.
Basta con olerla para comprobar que está en mal estado.
Embutidos y comida elaborada: La comida sobrante queda en un tupper y se guarda en la nevera durante días.
Nuestra recomendación es que la conserves de este modo si la vas a consumir en los dos siguientes días.
Si quieres disponer de ella más tarde, lo mejor será que la congeles.
En el congelador podrá estar mucho más tiempo sin perder sus propiedades y lo único que tendrás que tener en cuenta es no congelarla nuevamente.