Los análisis de sangre podrán predecir el riesgo de enfermedades del hígado

Algunos de los datos contenidos en un análisis de sangre convencional pueden configurar una escala para predecir el riesgo de desarrollar a largo plazo cirrosis u otras graves enfermedades hepáticas, de manera que puedan tratarse precozmente y ser frenadas antes de que se manifiesten.

Investigadores del Clínic-Idibaps de Barcelona han liderado un estudio internacional para el diseño de esta herramienta predictiva a la que atribuyen potencial para revolucionar el diagnóstico precoz de las patologías del hígado. La cirrosis y el cáncer de hígado, dos enfermedades relacionadas entre sí, constituyen la séptima causa de muerte en el mundo.

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La herramienta predictiva es el producto de años de trabajo de diversos equipos, en 43 hospitales europeos, en el marco del programa comunitario LiverScreen, pero es terriblemente sencilla, barata, aplicable y al alcance de cualquier sanitario, incluso de cualquier persona.

Los investigadores han determinado que dos factores (edad y sexo) y otras seis variables que puede calibrar cualquier laboratorio en un análisis de sangre estándar anticipan las posibilidades de tener una enfermedad hepática.

Estos valores son los de glucosa, colesterol, las dos transaminasas, la gamma glutamil transpeptidasa (GGT, una enzima presente en todo el cuerpo, especialmente en el hígado) y la tasa de plaquetas en sangre.

Introduciendo estos datos en una página web (www.liverriskscore.com) se realiza automáticamente el cálculo y aparece una escala de riesgo de enfermar.

Por debajo de 6, el riesgo es mínimo; de 6 a 10 es bajo; entre 10 y 15, intermedio, y a partir de 15 es alto.

“A partir del riesgo intermedio hay que actuar”, explica Pere Ginès, consultor del servicio de hepatología del Clínic y jefe del grupo de enfermedades hepáticas crónicas del Idibaps.

Actuar significa aplicar cambios en el estilo de vida de las personas en riesgo o iniciar tratamientos que frenen la progresión.

La cirrosis se produce por acumulación de tejido fibroso en el hígado y puede causar carcinoma hepatocelular, el cáncer hepático más frecuente.

Las dos enfermedades provocan más de dos millones de muertes al año en el mundo y constituyen la segunda causa de años de vida perdidos en Europa.

Su prevalencia en los países occidentales está creciendo debido a la obesidad y a la diabetes tipo 2, y al alcohol como segunda causa.

La cirrosis se desarrolla muy lentamente y no produce síntomas, de forma que suele diagnosticarse en fases avanzadas y con posibilidades de tratamiento limitadas.

“Si puedes identificar la enfermedad años antes de que se presente, será reversible; si no, muchas veces acaba en muerte o trasplante.

Si se aplica el modelo de detección precoz en un contexto de seguimiento de unos protocolos de tratamiento establecido, pueden evitarse muchas muertes”, indica el doctor Ginès.