Este domingo, Bernardo Arévalo fue elegido como nuevo presidente de Guatemala tras superar en la segunda vuelta presidencial a la ex primera dama Sandra Torres, del Partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), según. informaron autoridades en aquel país.
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Arévalo obtuvo más del 59% de los votos y Torres el 35.5%, por lo que la diferencia de más de 20 puntos lo dan como ganador.
En total, 3,908,098 de guatemaltecos, de los 9.361.068 habilitados para votar, acudieron a las urnas. Es decir, solo el 44% de participación y un 55% de abstencionismo.
Cabe resaltar que el candidato del Movimiento Semilla tuvo un arduo camino hacia la presidencia, teniendo en cuenta que luego de la primera vuelta electoral estuvo amenazada su candidatura por impugnaciones presentadas por la Fiscalía de Guatemala.
Incluso en medio de la votación, la magistrada del Tribunal Superior Electoral, Blanca Alfaro, denunció amenazas en su contra.
El líder del Movimiento Semilla se convierte en el primer candidato de la centroizquierda en ganar una elección presidencial quien asumirá el poder el próximo 14 de enero.
Un grupo de estudiantes recibió a Bernardo Arévalo (Montevideo, 64 años) en el parque central de Escuintla, en el sur de Guatemala. El sonido tropical de la cumbia pasa de mano en mano entre los jóvenes hasta llegar al candidato presidencial del Movimiento Semilla que coge el güiro y baila. Después, hace sonar la percusión con las baquetas. El vídeo, publicado en su cuenta de TikTok el 6 de agosto con la leyenda “¿A que no me conocían esta faceta?”, fue compartido por decenas de miles de personas. Y en parte, así, con historias en redes sociales que le acercan a los más jóvenes, este sociólogo, doctor en Filosofía y Antropología Social y diplomático especialista en resolución de conflictos, llegaba este 20 de agosto a la segunda vuelta de las elecciones como el favorito para convertirse en el próximo presidente del país más poblado de Centroamérica. Tras los comicios, Arévalo ganó con más del 59% de los votos.
Aunque antes de la primera vuelta del 25 de junio su nombre no aparecía en ninguna quiniela, el fundador del Movimiento Semilla, un partido impulsado por intelectuales y jóvenes profesionales indignados con las formas tradicionales de hacer política, logró de manera sorpresiva ser el segundo más votado. Desde entonces y, en solo dos meses, Arévalo ha ascendido al primer lugar en las encuestas que le dan cerca de 30 puntos de ventaja frente a la ex primera dama Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que en su tercer intento por convertirse en presidenta ha abandonado sus orígenes socialdemócratas para lanzarse a conquistar el voto más conservador.
Este político, que se identifica como socialdemócrata, ha sido, entre otros cargos diplomáticos, embajador de Guatemala en España y desde el año 2020 lideró la bancada de Movimiento Semilla, un partido que surgió al calor de las protestas anticorrupción de 2015. Ahora, a juzgar por los sondeos de opinión, ha conseguido ilusionar a los guatemaltecos con un firme mensaje anticorrupción y un atípico discurso antisistema. Lejos de echar mano de mensajes incendiarios, Arévalo suele responder con calma a los ataques de su rival, que le acusa desde de ser extranjero —el candidato nació en Uruguay durante el exilio de su padre, el expresidente Juan José Arévalo (1945-1951)—, y de no conocer el país por haber vivido en varias etapas fuera, a no creer en Dios y querer imponer la ideología de género y el aborto en Guatemala, aunque su programa no prevé ningún cambio al respecto.
“Al pueblo de Guatemala: este es exactamente el tipo de mentiras e información con el que se está tratando de engañarlos y distraerlos”, repitió el candidato el pasado lunes una y otra vez en el único debate presidencial que se ha celebrado antes de la segunda vuelta. Arévalo también ha mantenido la calma ante losintentos de impugnar los resultados de la primera vuelta y de sacar a su partido del proceso a través de decisiones judiciales. El Movimiento Semilla ha sido foco de una investigación por la supuesta falsificación de firmas en las adhesiones de simpatizantes para la conformación del partido, algo que no ha prosperado y que él y su equipo atribuyen al deseo de las élites políticas tradicionales de sacarlos del tablero.
“No nos vieron venir“, repite reiteradamente después de la primera vuelta. De ser elegido presidente, su principal promesa es recuperar las instituciones guatemaltecas, asfixiadas por la corrupción, para, a partir de ahí, poner a funcionar el Estado al servicio de la población. Pero Arévalo no promete milagros para Guatemala, un país de 17,6 millones de habitantes, en el que cerca del 60% de la población vive bajo la línea de la pobreza, y con grandes carencias de salud, educación o infraestructuras. “Nosotros siempre decimos: ‘No tenemos varita mágica’. Los problemas del país no se van a resolver en cuatro años, pero podemos empezar a hacerlo y eso es lo que tenemos que demostrar”, explicó.
El ascenso del ‘tío Bernie’
Bernardo Arévalo nació en Uruguay en 1958 y de pequeño vivió entre Caracas, Ciudad de México y Santiago de Chile por el exilio de sus padres, ambos guatemaltecos. Hizo la universidad en Israel y Holanda. El cofundador de Semilla es autor de varios libros sobre democracia, procesos de paz, seguridad y el rol del ejército. También dirigió Interpeace para Latinoamérica, una ONG donde destacó por su trabajo en la resolución de conflictos en Guatemala, en otros países de la región y en África. Hace una década, se unió al Movimiento Semilla, que inició como un grupo de académicos e intelectuales convocado por el sociólogo Edelberto Torres Rivas para proponer soluciones desde los márgenes de la política y que acabó transformándose en partido, tras la primavera democrática de 2015.
En el año 2020, Arévalo se convirtió en jefe de Semilla en el Congreso, una bancada que en las elecciones del 25 de junio se hizo con 23 diputados. En esa noche electoral, fue el candidato sorpresa que pasó a la segunda vuelta y su cara comenzó a ser popular para los guatemaltecos. Para su campaña, conformada por equipos interdisciplinarios gestionados mayoritariamente por jóvenes, empezó el trabajo para acercar a toda la población a una persona a la que definen como “inteligente, estable y tranquila”.
“La estrategia era dar a conocer a Bernardo como Bernardo y no como el hijo de [Juan José] Arévalo solamente, sino su personalidad, su naturalidad para después hacer un llamado al voto. Y, en todo esto, TikTok fue una gran herramienta, seguida de Twitter”, explica el jefe de campaña de Semilla, Justo Pérez. Dentro de esa estrategia, señala, fue fundamental la participación de los diputados electos del partido, algunos de ellos jóvenes con mucho tirón en redes sociales que usaron sus cuentas y recorrieron el país para diseminar el mensaje del partido y promover al candidato más allá de los centros urbanos donde tiene sus principales apoyos.
“Bernardo es muy carismático. De repente en la tarima sí se vuelve el profesor y eso, pero creo que TikTok lo que permitía era ver cómo es él. Es un tipo muy cercano, muy conversador, bromista, súper alegre y creo que eso es lo que hizo que rompiera un poco el techo de conocimiento porque es una persona súper llevadera, como decimos en Guatemala”, explica uno de esos diputados, Román Castellanos, de 38 años.
De esas redes también surgió la figura del ‘tío Bernie’, como le llaman sus seguidores más jóvenes, donde el candidato exhibe su lado más humano: desde sus fotos de familia hasta sus gustos personales como la pasión por el ajedrez o su gusto por el chicharrón. “Es solo mostrar el lado más cercano de Bernardo porque, como ves, tiene muy buen trato con los jóvenes”, dice Justo Pérez en la sede de su campaña donde un ejército de profesionales, en su mayoría treintañeros, le llevan las redes, las finanzas y la estrategia de su campaña. “Es alguien, a pesar de ser un intelectual y un doctor en Filosofía, que nunca establece una barrera con los jóvenes y te diría yo con casi nadie en general. Entonces ese Bernardo que cae muy bien fue al que empezamos a darle gasolina”.
Bernardo Arévalo suele presentarse como “el hijo del mejor presidente de Guatemala”, un reconocimiento que varias generaciones le han concedido a Juan José Arévalo, el mandatario reformista que gobernó el país centroamericano de 1945 a 1951, después del triunfo de la Revolución de Octubre de 1944 que puso fin a un ciclo de dictaduras. Sus seguidores de mayor edad a menudo le recuerdan al candidato el cariño que le tenían a su padre. Y aunque es consciente de la carga histórica que representa, esta semana en su cierre de campaña mostró su deseo de labrar su propia historia política: “Yo no soy mi padre, pero recorro su mismo camino”, dijo ante cientos de seguidores en el Parque Central de Ciudad de Guatemala. A partir de ahora se verá ante el desafío de cumplir su promesa de gobernar Guatemala de una forma diferente.