Muchas personas han oído hablar del botulismo como el gran riesgo de comer latas de conserva en mal estado. Pero no es el único caso en el que puede aparecer esta peligrosa enfermedad.
Así, por ejemplo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición ha informado sobre cuatro casos confirmados de botulismo y dos probables con un vínculo común de consumo en los días previos de tortilla de patata envasada adquirida en diferentes supermercados. “Se están realizando las oportunas investigaciones de seguridad alimentaria”, aseguran.
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El botulismo es el trastorno que se produce por la intoxicación con las sustancias producidas por la bacteria Clostridium botulinum. Se trata de una afección peligrosa y, de hecho, potencialmente mortal, por lo que se trata como una emergencia médica.
La toxina botulínica es un agente neurotóxico que afecta a las células nerviosas inhibiendo la liberación de acetilcolina, causando parálisis flácida de los músculos esqueléticos y fallo parasimpático.
Los síntomas concretos van a depender del modo de contagio, aunque se pueden distinguir algunos comunes a todas las formas. En adultos, estos incluyen dificultad para tragar o hablar, debilidad facial en ambos lados de la cara, visión borrosa o doble, párpados caídos, dificultad respiratoria y parálisis.
Cuando se trata de botulismo alimentario, a estos se pueden sumar náuseas, vómitos y calambres abdominales; cuando se contrae a través de las heridas, puede aparecer inflamación o enrojecimiento de la herida.
Finalmente, el botulismo infantil se caracteriza por una sintomatología que incluye estreñimiento, movimientos flojos, llanto débil, irritabilidad, babeo, párpados caídos, cansancio aparente, dificultad para la succión y parálisis. En cambio, ciertos síntomas como fiebre, confusión o cambios en la frecuencia cardíaca o tensión arterial son inusuales.