Los besos, las caricias y los abrazos después de practicar sexo son actos cotidianos que dependen de las necesidades o preferencias de cada persona, aunque estas muestras afectivas también están relacionadas con factores biológicos y hormonales; tal y como apuntan las expertas consultadas por CuídatePlus.
Según Sonia García, psicóloga y sexóloga clínica, durante el sexo se genera una revolución hormonal que tiene una implicación directa en los momentos posteriores a la relación sexual, así como el hecho de tener una interacción afectiva tras mantener relaciones sexuales es positivo.
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“Si después de un encuentro sexual la pareja se refugia en besos, abrazos, caricias y/o conversaciones agradables encontramos una sensación mayor de unión, de intimidad, de conexión, de cuidados, de complicidad, de comprensión, de saber que el otro está ahí y que le importamos y nos importa más allá del momento puramente sexual”, detalla esta psicóloga y prosigue: “Si en lugar de estas prácticas, tras el sexo lo que hacemos es coger nuestro móvil y ver las notificaciones o contestar un mensaje, el asunto parece mucho más frío e impersonal, menos apetecible”.
Por su parte, Lucía Feito Crespo, psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, sostiene que, tras el orgasmo, todos los individuos llevan a cabo una serie de actos y actitudes que se denominan postcoitales y tienen gran relevancia desde el punto de vista psicológico.
“Se han realizado algunas investigaciones que han demostrado que existen diferencias entre hombres y mujeres, y en las que apuntan que en parte estas respuestas y actitudes vienen muy determinadas por lo biológico y las hormonas que intervienen en este juego.
Mientras que los hombres parece que tienen una mayor necesidad de descanso y desconexión, las mujeres tienden más a la unión, contacto y afecto”, explica Feito.
Para la psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, las distintas respuestas afectivas después del sexo tienen un impacto a nivel relacional de pareja, y por tanto, repercuten en el propio bienestar emocional.
“Es importante que tengamos en cuenta que esto no siempre tiene porque ser así, no todos siempre tenemos la misma respuesta postcoital con la misma pareja, intervienen muchos factores, pero parece que la respuesta biológica nos lleva a tener estas diferencias”, resalta Feito.
De hecho, más allá de los patrones sugeridos por la evidencia científica, esta experta insiste en que cada persona y cada relación son distintas: “Por eso, debemos respetarnos nuestra propia individualidad y no forzamos a realizar nada que no sintamos o para lo que no estemos preparados”.
Además, esta sexóloga clínica recuerda que “las prácticas sexuales van mucho más allá de la penetración, el abrazo en pareja puede ser perfectamente considerado como una práctica erótica más y no hay que relegarla a un plano inferior”.
En cuanto a la satisfacción sexual, ambas expertas coinciden en que la afectividad y los acercamientos físicos son positivos, aumentan el deseo y la actividad sexual.
Al respecto, un estudio de la Universidad de Toronto revela que las muestras de cariño mejoran la vida sexual en parejas monógamas y la satisfacción de las mismas.
“En consulta, tanto de terapia sexual como de pareja, puedo observar lo que se concluye en este estudio, pues aquellas personas que comparten tiempo y dedicación tras el sexo suelen están mucho más satisfechas con la relación y con el sexo en pareja que aquellas que en cuanto terminan salen corriendo a hacer otra cosa, cogen el móvil y, en definitiva, no comparten momentos post sexo”, subraya García.