Exposición a imágenes sexuales puede producir problemas de salud mental en los menores

  • El material erótico explícito a una edad temprana puede resultar una agresión al aparato psíquico de niños y niñas

La edad de inicio del consumo de material erótico o pornografía en menores de edad puede variar y no existen cifras precisas que indiquen en qué etapa comienzan a consumirla.

Lo cierto es que la explosión y crecimiento de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación trajeron consecuencias sin retorno para nuestra vida cotidiana. Con el surgimiento de estas posibilidades aquello que llevaba cierto proceso conseguir pasó a estar al alcance de un click.

En ese contexto, el consumo de pornografía se ofrece de forma accesible, sin límite, y garantiza a su consumidor el anonimato absoluto.

La pornografía constituye material sexual explícito que transmite información sobre relaciones sexuales: sus distintos tipos, escenarios y guiones, potenciales parejas, posturas. También transmite modelos de lo masculino, de lo femenino, ideales sobre el cuerpo, el desempeño sexual, lo deseable, lo permitido.

Deja de lado la afectividad de la sexualidad e impone un modelo de lo que “debería ser” el sexo, a partir de representaciones tradicionales, creando discursos sobre lo “normal”, “saludable”, “permitido”, “satisfactorio”, entre otros.

La pornografía no solo es en formato mainstreaming. El amplio espectro de consumo ha incluido además de los cuerpos humanos, zoofilia, violaciones reales y asesinatos filmados y pederastia, entre otros vejámenes.

Colombia, Argentina, Brasil y México son los países latinoamericanos que más pornografía consumieron en internet en 2022, según PornHub.

Algunas investigaciones sugieren que el inicio del consumo de pornografía tiende a ocurrir en la adolescencia, generalmente entre los 11 y 15 años. Sin embargo, también es bastante común el caso de niños más pequeños que han tenido acceso a contenido pornográfico. Esta exposición a una edad temprana tiene efectos negativos y duraderos en el desarrollo de los niños y niñas y en su encuentro y comprensión de su sexualidad.

Esto lo viene advirtiendo Save The Children hace algunos años y la organización estima que los primeros contactos con la pornografía empiezan a ocurrir en torno a los 9 y 11 años. Los estudios hablan, en edades tempranas, de “exposición” a la pornografía o a material sexualmente explícito (imágenes de desnudos y genitales). Esto suele ocurrir las primeras veces a través de banners y pop-ups (ventanas emergentes en Internet), vídeos que comparten niños y niñas más grandes o folletos que encuentran en la calle, imágenes en películas, series, anuncios o redes sociales, etc.

El consumo de pornografia por parte de niños, niñas y adolescentes es una agresión a su aparato psíquico. Las imágenes suelen ser incomprensibles para ellos y perturbadoras, logran romper la homeostasis del sistema y dejan huellas muy difíciles de elaborar.

En otro estudio («Adolescentes y pornografía: una revisión de 20 años de investigación, 2015»), se examinó la relación entre la exposición a la pornografía y los efectos en los adolescentes. Los resultados indicaron que el consumo de pornografía estaba ligado a actitudes más permisivas hacia la sexualidad no consensuada y que la exposición temprana se asociaba con un mayor riesgo de comportamientos sexuales de riesgo.

El consumo de pornografía a una edad temprana acarrea problemas de salud mental en niños y niñas. Aunque los efectos pueden variar de un individuo a otro, se han identificado:

  • Desarrollo de una visión distorsionada de la sexualidad: la pornografía presenta una representación irrealista y estereotipada de las relaciones sexuales y la intimidad.
  • Ansiedad y estrés: el consumo de pornografía a una edad temprana puede causarlos en los niños y niñas, ya que se enfrentan a imágenes y contenido sexual para los cuales no están preparados emocionalmente. Pueden experimentar miedo, confusión y preocupación sobre su propia sexualidad y cuerpos.
  • Problemas de autoimagen y autoestima: pueden compararse con los estándares poco realistas de apariencia y desempeño sexual presentes en la pornografía, lo que les generaría inseguridad y sentimientos de inferioridad.
  • Dificultades en las relaciones interpersonales: puede afectar su futura capacidad para establecer y mantener relaciones saludables y satisfactorias.
  • Pueden tener problemas para comprender y respetar los límites: como así también el consentimiento y la comunicación adecuada en las relaciones íntimas. Muchas veces las escenas son de inusitada violencia y se explota la falta de consentimiento, en general, de las mujeres. Esto distorsiona el sentido del respeto por la integridad del otro y el lugar que se le otorga. La pornografía mainstreaming se centra, mayoritariamente, en prácticas de dominación de hombres sobre mujeres que incluye violencia hacia ellas. También borra las realidades sexogenéricas.