Utilizaron Inteligencia Artificial para expandir pinturas clásicas

  • Un hilo viral en Twitter de un especialista en IA, que realizó versiones “fuera del marco” de obras de Da Vinci, van Gogh y Miguel Angel, entre otros, despertó críticas en la red

La Inteligecia Artificial es la protagonista de estos tiempos. Cualquier tema existente se cruza con IA y, por supuesto, las artes plásticas no son la excepción.

Los debates son varios. Uno de ellos, sino el principal hasta ahora, refiere a los derechos de autor, sobre si es lícito que un individuo o una empresa, tome una creación humana anterior como base para una nueva propuesta estética.

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Mientras tanto, los usuarios se divierten como en el caso de @heykody, quien en su cuenta de Twitter, presenta imágenes y videos relacioandos al mundo de las arte, el cine y la fotografía a partir de la intervención de la IA.

El creador digital tomó algunas de las pinturasmás famosas del mundo, de artistas como Leonardo Da Vinci, Miguel Angel, El Bosco, Botticcelli, Vincent van Gogh, Jean-Honoré Fragonard, Edward Hopper y Piet Mondrian y las llevó “más allá del marco”.

En este caso, se propuso exender las pinturas más famosas, aunque como era de esperar la críticas no tardaron en llegar por los errores estéticos y conceptuales de las nuevas obras.

Por ejemplo, en el caso de La Mona Lisa, le mujer se encuentra flotando en el aire, ya que la IA no completó el resto del cuerpo como tampoco notó que a los costados había dos columnas que directamente omitió o convirtió en una rama.

“La parte superior bastante buena la continuación, y bien hecho el paisaje. Pero la parte inferior es horrible, sin ninguna idea, ni continuación de la figura femenina, no hay arte solo manchas. Conclusión las IA no hacen arte, solo copian”, escribió un usuario.

Y de la observación de los distintas obras surge un razonamiento similar. Por ahora, la IA puede repetir e interpretar patrones, pero se encuentra lejos de simular la pincelada del artista. Quizá en la reproducción de El jardín de las delicias, de El Bosco, es donde se pueda visualizar con mayor facilidad.

Esta semana, el artista japonés Takashi Murakami, estrella mundial del arte contemporáneo, dijo desconfiar de la inteligencia artificial, pero que considera que la IA “no será capaz de contrarrestar nuestras ideas”, aunque “las más extravagantes se convertirán en valiosas”.

“Esta es probablemente la peor cosa para la que he visto que se usa el “arte” de la IA”, dijo otro usuario, o “esto es el desconocimiento absoluto de lo que significa la historia del arte, y del propio arte en sí”.

Para los diseñadores gráficos e ilustradores que trabajan en determinados campos comerciales, ya está claro que la IA va a suponer una gran perturbación. Plataformas como Midjourney y Stability Diffusion han construido su negocio buscando en Internet los conjuntos de datos que luego utilizan sus generadores. Ese material incluye el trabajo de artistas e ilustradores, a casi ninguno de los cuales se les ha pedido su consentimiento.

Así, aplicaciones en boga como ChatGPT o Midjourney prometen modificar algunos aspectos claves del proceso creativo, de los derechos de autor y del mercado laboral. El debate que viene ahora es ético

De hecho, incluso al mundo de la crítica del arte le salió una competidora. En una galería española se presentó a AICCA, una escultura performativa del artista alemán Mario Klingemann, que analiza obras y expresa una opinión “en un vocabulario pretencioso que imita la forma de hablar de los críticos”