Los desórdenes por el uso de cannabis (CUD) pueden desarrollarse en individuos a quienes se les prescribe medicinalmente cannabis (MC), como se informó en cuestionario de 187 pacientes alemanes. Presentaron desórdenes por cannabis en 30% y por lo menos alguna señal de abuso fué señalada en 11%.
Cannabis empleada como medicamento y la MC, se han legalizado en substancial número de países, particularmente prescrita para dolor crónico. Aproximadamente el 40% de las aplicaciones para reingreso de fondos en los servicios de seguridad social, se rechazan.
Los CUD se gradifican en leves con la presencia de 2 o 3 síntomas, moderados con 4 a 5 síntomas y graves ante la presencia de 6 o más síntomas.
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Las prescripciones no se limitan al manejo de dolor y se emplean para otros fines, como el uso de substancias ilegales para relajar como bezodiazepinas, anfetaminas, ectasy, cocaína, metanfetamina cristal, quetamina, ditilamina ácido lisérgico (LSD) hongos psicodélicos, opioides ilegalmente adquiridos, cannabinoides y gabapentinoides adquiridos ilegalmente, con detecciones a través de la determinación de los niveles en orina, por lo menos para 5 drogas, las que persisten de 1 a 5 días y en ocasiones hasta 10 días.
Sueño en los adolescentes
(Pearson C. New York Times)
Como consecuencia de horarios apretados, jornadas escolares y la atracción de las pantallas, no sorprende que muchos adolescentes en Estados Unidos no duerman lo suficiente. Alrededor de seis de cada 10 estudiantes de los primeros años de secundaria duermen menos de las nueve a 12 horas recomendadas, mientras que alrededor de siete de cada 10 estudiantes de los últimos años de secundaria, duermen menos de las ocho a 10 horas recomendables.
Además, más de uno de cada cinco adolescentes padece insomnio, el cual se caracteriza por problemas para quedarse dormido, permanecer dormido o tener suficiente calidad de sueño (o la combinación de estas opciones).
Los expertos subrayan que la pérdida de sueño no es normal o natural de la adolescencia y la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP), ha declarado que el sueño insuficiente es uno de los riesgos más apremiantes para la salud de los adolescentes, asociado a deterioro del estado de ánimo y la atención, así como a disminución del control de los impulsos.
Sin menospreciar los problemas de sueño que enfrentan muchos adolescentes, se les insta a hacer un ajuste en su rutina del sueño que consideren factible y tal vez benéfico: por ejemplo, asegurarse de que su habitación esté oscura y cómoda, evitar ingerir comida abundante o tomar cafeína relativamente cerca de la hora de acostarse.
“Tenemos montones de estudios que demuestran cuán destructiva es la tecnología para el sueño”, comentó Lisa Damour, psicóloga clínica y autora de The Emotional Lives of Teenagers, quien insiste que ni siquiera los adultos deben tener un teléfono en su habitación por la noche.
La exposición a la luz, en particular a la luz azul, suprime la liberación de melatonina y los adolescentes son aún más sensibles. Si los adolescentes van a ver una computadora u otro dispositivo hasta altas horas de la noche, hay que usar gafas que bloqueen la luz azul o lograr que utilicen una aplicación para mitigar la exposición.
Los expertos desaconsejan en gran medida el uso de melatonina para ayudar a los adolescentes a dormir. La AAP afirma que solo se debe administrar a los niños después de dialogarlo con su pediatra; podría afectar el crecimiento y el desarrollo, especialmente durante la pubertad.
La COVID prolongada y el síndrome de fatiga crónica tienen participación fisiopatológica
(Davis HE et al. Nat Rev Microbiol 2023; 21: 133-46)
La COVID prolongada es enfermedad debilitante que ocurre en por lo menos el 10% de aquellos que han tenido COVID grave con participación pulmonar, con alrededor de 200 síntomas identificados que impactan la calidad de vida.
Por lo menos 65 millones de personas tienen o han tenido COVID prolongada, frecuentemente con manifestaciones de fatiga crónica, taquicardia/hipotensión postural, fatiga, problemas cognitivos, malestar post-ejercicio, alteraciones del sueño, mialgias y artralgias, así como problemas gastrointestinales.
Lo anterior, en gran medida por la participación de citocinas pro-inflamatorias derivadas de células del sistema inmune o tejidos relacionados (disfunción endotelial), con anticuerpos dirigidos al sistema nervioso y reactivación de virus de Epstein-Barr, herpes simple 6 y citomegalovirus, los que co-participan para la respuesta inflamatoria sostenida/crónica de grado habitualmente bajo.
Hay anormalidades metabólicas con disminución de la energía (ATP derivado de glucosa, ácidos grasos, aminoácidos y oxígeno) con incremento de sustancias oxígeno reactivas.
La capacidad para el ejercicio disminuye, así como la eficiencia ventilatoria, con disfunción endotelial e hiperreactividad plaquetaria, con probabilidades de conformar microcoágulos.
Los Institutos Nacionales de Salud en los EEUUA, han invertido más de mil millones de dólares para investigar y entender la biología de la COVID prolongada.
La COVID prolongada no se limita al cerebro, invita a participar a la Neuroinmunología y Metabolómica, entre otras, que explican parcialmente las alteraciones de disfunción endotelial, fragmentación mitocondrial, fenotipos metabólicos y virales, hipoperfusión cerebral, alteraciones del tejido conectivo, autoinmunidad celular y de anticuerpos, así como modificaciones de la microbiota intestinal.