Dice el dicho que “en la forma de agarrar el taco se conoce al tragón” y en política podemos hacer un símil de este dicho popular para identificar quién es quién y qué es lo que representan en su esencia las dos corcholatas con verdaderas posibilidades de ganar la encuesta de Morena: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Hoy arranca la etapa de proselitismo de los aspirantes a la candidatura presidencial del partido gobernante, según el calendario aprobado por el Consejo Nacional de Morena, la misma concluirá el día 27 de agosto; acto seguido se dará paso al levantamiento de la encuesta y finalmente conoceremos al vencedor el 6 de septiembre. Es decir que serán semanas intensas de recorridos nacionales de todas las corcholatas, pero las que interesan son Marcelo y Claudia porque los demás están de relleno.
Sin duda, la gente valorara estilos, formas y contenidos de los eventos que realicen. También de lo que digan y cómo lo digan y estaremos muy atentos a sus propuestas y reacciones. Iremos observando el tamiz político que tanto Marcelo como Claudia imprimen a sus actos para posicionar su imagen y ganar la preferencia del pueblo. Resulta entonces importante revisar lo que ha sucedido hasta antes de iniciar con este “rally político nacional” porque ya nos da luces de lo que viviremos en esta contienda interna en Morena. Podemos ya identificar y contrastar la esencia de los dos únicos contendientes. Revisemos lo evidente:
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Claudia Sheinbaum está estancada en el más rancio y viejo estilo político. Claudia ha hecho gala de derroche económico, acarreos masivos para ser aplaudida. Claudia ha hecho uso y abuso de la llamada “cargada institucional” en la que gobernadores y alcaldes “alineados” (algunos obligados) desde el centro del poder amenazan y sancionan a quienes “no siguen su línea política”, mucha gente de todos los niveles ha sido despedida de sus trabajos por esta (sin) razón. Claudia ha desviado y/o tolerado que se desvíen recursos del pueblo para promocionarse pagando bardas y espectaculares en todo el territorio nacional. Por designios ocultos, los “superdelegados” que operan los programas sociales en San Luis Potosí y en todo México han tergiversado sus fines y ahora divulgan que sólo ella mantendrá los beneficios de becas, despensas, obras y apoyos a adultos mayores.
Pero todo lo anterior está membretado con el sello del cinismo porque qué creen, NADIE VIO NADA Y MENOS CLAUDIA. Cuando se le ha preguntado al respecto finge demencia o dice ignorar las cosas. Finalmente, pero no menos importante, el mimetismo de Claudia es brutal en relación con el referente que significa Andrés Manuel López Obrador. Claudia repite las frases todas del presidente todo el tiempo y en todo lugar; quiere pausar su lenguaje cómo lo hace AMLO; quiere caminar como él y, lo más trascendente, pareciera que su pretensión última es decirle al presidente “yo soy tuya, soy idéntica a ti, no tengo autonomía ni la tendré nunca”: Claudia apuesta al “dedazo presidencial”. Bueno, esa es la estrategia de Claudia y ya veremos su eficacia.
Por su parte, Marcelo Ebrard ha seguido una línea de colaboración-dependencia de Andrés Manuel López Obrador en la que ha construido una imagen de institucionalidad y eficacia en las tareas que le asignaron en este sexenio más allá de las responsabilidades de su cargo al frente de la Secretaria de Relaciones Exteriores en la que estuvo hasta hace algunos días. “El Carnal Marcelo” como muchos lo llaman porque AMLO así lo consideró hace algunos años, tiene una historia propia y por lo tanto un sello de independencia relativa que lo hace diferente. Marcelo sabe que tiene que ganar la candidatura de Morena y que nadie se la va a regalar o a heredar.
Marcelo le tomó la palabra al presidente AMLO en el sentido de que el pueblo decida quien debe ser el candidato de Morena. Es por ello por lo que, el 20 de marzo pasado, Ebrard se atrevió a publicar su libro “El Camino de México” en el que muestra quién es, de dónde viene, cómo se formó y, lo mas relevante para los mexicanos, qué propuestas tiene para el país y para la nación. Su estrategia es que lo conozcan en su esencia y que la gente sepa hacia donde quiere llevar a México.
En otro tenor del estilo personal de “Marcelo”, como él pide que lo llamen, podemos todos observar que se ha caracterizado por ser congruente con sus principios y convicciones. Marcelo propone hacer lo necesario para lograr que la mitad de la población “sea de clases medias”. No es un tema ideológico, es un tema de ingresos económicos y de sacar a la gente de las condiciones de pobreza en las cuales viven millones de mexicanos. Finalmente, dos cosas de contraste entre Marcelo y Claudia que son importantísimas: Primero.- La austeridad verdadera y no simulada de Marcelo. Ante el derroche de Claudia, Marcelo se ha sostenido en su convicción de no caer en excesos ni tolerar desvíos o ilegalidades; Segundo.- Marcelo no pretende ser Andrés Manuel, ni engañar a AMLO tratando de parecerse a él o repitiendo lo que dice el presidente. Marcelo defiende las posturas del presidente de la República y sus políticas públicas. Marcelo tiene una relación de amistad y de respeto con “Andrés”, como lo han señalado ambos en muchas ocasiones. Pero más aún, Marcelo sí coincide con AMLO en el fin superior de lograr LA GRANDEZA DE MÉXICO.
El pueblo valorará y el pueblo decidirá porque en la forma de agarrar el taco se conoce al tragón.