Hay vínculos que duelen, que van de la pasión al despecho, del cariño al reproche, de los abrazos a los gritos. Son escenarios afectivos en los que rara vez germina esa felicidad dominada por la armonía, por la confianza o la facilidad para llegar a acuerdos…
Suele decirse que hay amores que queman. Y no nos referimos por la intensidad de ese afecto dominado por el deseo, la oxitocina y la serotonina.
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Enamorarnos puede llevarnos a una situación disfuncional en la que invertimos demasiadas energías, obteniendo solo sufrimiento a cambio. Todo es caos, ruido y desgaste.
Muchos conocemos la experiencia del burnout laboral.
Son esas situaciones en que las demandas del puesto laboral superan a nuestros recursos.
Experimentamos frustración, desánimo y un elevado desgaste emocional y también físico.
Ahora bien, ¿y si te dijéramos que podemos trasladar esa experiencia al ámbito afectivo? Así es, las relaciones de pareja también pueden «quemarnos».
Entendemos el burnout amoroso como la situación de desgaste progresivo en una relación de pareja en la que los dos integrantes están unidos por el afecto, pero la convivencia resulta insostenible.
El principal problema de este tipo de situaciones es que no se aplica ninguna estrategia para solucionar los problemas, ni se quiere dar fin a dicho vínculo tortuoso.
Por lo general, estas parejas están atrapadas en un ciclo constante de pasión-discrepancias-distancia y reconciliación.
Son lazos que asfixian, pero que se nutren por emociones extremas, por experiencias que van del cariño al desprecio, del deseo al rechazo y de la ira a la pasión.
Aunque nos sorprenda, esas montañas rusas de emociones terminan siendo tan adictivas como agotadoras.
Es decir, no son solo escenarios relacionales dominados por el conflicto. A pesar de las constantes discrepancias, hay elementos que siguen cohesionando a esa pareja, como pueden ser el sexo, el deseo, la pasión y el amor.
Hay un factor que funciona bien y que es gratificante en ciertos momentos, pero el resto del tiempo es poco más que una batalla constante de desencuentros.
La principal característica del burnout amoroso es el agotamiento físico y emocional que genera. Es como quedarnos drenados, sin fuerzas, sin ánimos ni energías.
Al mismo tiempo, implica reflexionar en por qué continuamos en una relación que nos trae más sufrimientos que felicidades.
Y la respuesta es casi siempre la misma: no podemos dar fin a una historia en la que aún bombea el amor.