Sexo, drogas y psicosis: un cóctel peligroso

El chemsex es un concepto que alude a las ‘conductas que mezclan sexo, drogas y placer’.

Esta mezcla de elementos y experiencias, que podría parecer cautivadora, atrae la atención de los investigadores. Los expertos alertan: la práctica del chemsex puede ser un trampolín a la psicosis.

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De hecho, estas experiencias de riesgo son unos de los grandes desafíos sanitarios a los que se enfrenta la sociedad actual.

Las consecuencias de la praxis son múltiples y también poco deseables, en el medio y largo plazo; tanto a escala física, como psíquica.

Por ejemplo, se ha encontrado que las conductas que gravitan entorno al sexo sin protección, en las que, además, se consumen drogas, incrementan el riesgo de padecer SIDA, hepatitis y otras enfermedades de transmisión sexual.

En lo que a salud mental respecta, se vincula esta práctica con el desarrollo de síntomas psicóticos hasta en casi 4 de cada 10 consumidores.

La psicosis se presenta como una de las entidades clínicas más frecuentes entre los practicantes de chemsex.

Sin embargo, dista de ser la única puesto que se relaciona, igualmente, con un elevado riesgo de padecer depresión, fobia social o trastornos vinculados con la ansiedad.

El perfil de la persona que practica chemsex está bien definido.

En concreto, suelen ser varones, homosexuales y solteros, con edades comprendidas entre los 25 y los 45 años, de alto nivel socioeconómico (McCall et al., 2015).

Del mismo modo, se reportan casos de esta práctica sexual entre la población transexual y heterosexual, aunque en menor medida.

Entre las sustancias más consumidas se encuentran las siguientes (McCall et al., 2018):

La mefedrona, una sustancia psicoestimulante.

Las metanfetaminas, son sustancias con efectos psicoestimulantes similares a la mefedrona.

El GHB (éxtasis), un depresor del sistema nervioso central que produce la percepción de placer.

En ese mismo orden de ideas, los sujetos que practican chemsex con frecuencia, tienden a ser policonsumidores.

Es decir, consumen dos o más sustancias de manera simultánea y reiterada.

En este contexto, el elemento nuclear de esta práctica es el tiempo.

Incluso, se puede incurrir en chemsex durante horas o días.

Así, es frecuente que la pareja con la que se tiene sexo cambie en varias ocasiones, dentro de una misma «sesión» de chemsex.

Si las drogas se consumen vía intravenosa, el término correcto para designar este hábito sería, slamsex (Drevin et al., 2021).

Una reciente investigación, liderada por la doctora Lucía Moreno Gámez (2022), ha querido analizar la relación entre el chemsex y el desarrollo de síntomas psicóticos.

Algunos de los elementos que podrían, potencialmente, explicar la aparición de la sintomatología psicótica, en general, se encuentran asociados de manera particular al chemsex (Moreno Gámez et al., 2022):

Sentirse solos.

Consumo de sustancias.

Eventos altamente estresantes.

Trauma y trastorno por estrés postraumático.

Infecciones derivadas de prácticas sexuales de riesgo.

Estos factores constituyen, en combinación, un trampolín hacia la enfermedad mental.

No obstante, la asociación entre el chemsex y la sintomatología psicótica ha sido poco estudiada, hasta ahora.