Tengo muchos y muy buenos compañeros y compañeras que han pasado las últimas semanas haciendo campaña electoral.
Algunos me han compartido sus experiencias, la vida triste que salta a la vista y los testimonios desgarradores.
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Se ha colado entre sus comentarios también la voz de muchas personas que se muestran arrepentidas de haber depositado su voto en las elecciones pasadas por el partido Morena y por Andrés Manuel López Obrador y les han dado sus razones, que son variadas, pero siempre ciertas.
Gran respeto me merecen todos los que han decidido corregir, tanto su conducta en general, como su conducta política en particular. No podría ser de otra forma, hasta la sabiduría popular reconoce sin ambages que “es de sabios rectificar”.
La verdad es que si no rectificáramos nunca no podríamos vivir. ¿Quién no ha corregido alguna, muchas veces en su vida? ¿Quién no se equivoca? Nadie.
Aunque, vale la pena matizar, tampoco es digno de encomio pasarse la vida equivocándose y corrigiendo, dando traspiés sin saber qué hacer ni a dónde ir, es cierto, pero me quedo con el aspecto positivo de la conducta y extiendo mi modesto reconocimiento a quienes rectifican.
Si son de admirar los que corrigen y enderezan el camino, más asombrosos son los que tienen la visión de prever correctamente las consecuencias de un fenómeno, nos advierten de sus peligros y nos invitan a tomar el camino adecuado y seguro. Esas personas existen. No son adivinos.
Se han apropiado de un método muy preciso y efectivo de razonar que coincide plenamente con la forma en la que existe y se mueve la realidad: el método del materialismo dialéctico e histórico, método que han usado, aun sin darse cuenta, grandes pensadores de la humanidad.
Innovadores geniales que han seguido la idea de que todo cambia, de que lo que nace perece y de que los cambios en su existencia se explican por una contradicción interna de fenómenos.
Este certero método es usado incluso por los poderosos de la tierra para sus negocios y argucias de dominación, pero se cuidan mucho de prestigiarlo porque siembra en los que lo conocen la idea de su temporalidad y, por tanto, de su fin.
El método, alimentado con una información obtenida y seleccionada en largas horas de trabajo y procesada mediante una inteligencia muy poco común, arroja resultados sorprendentes, adelantos científicos y prospectivas políticas admirables.
Tal es el caso del Maestro Aquiles Córdova Morán. No es el único, sin duda, pero es un mexicano ilustre cuyo ideario debe ser estudiado y tomado en cuenta muy en serio; no se le puede apartar con una burla simple (como la señora Beata Wojna).
Como víctima de esta calculada conducta, no ha sido, ni es el único tampoco; Carlos Marx y Charles Darwin, por ejemplo, fueron y siguen siendo víctimas del mismo trato despectivo por parte de sujetos que nunca los han estudiado ni comprendido ni refutado.
A unos días de la primera evaluación del gobierno lopezobradorista que van a hacer los mexicanos mediante su voto libremente emitido (eso espero), quiero recordar que hace poco más de tres años, el 12 de abril de 2018, cuando todos los que se reputaban como representantes auténticos, legítimos y patentados de la izquierda, se volcaban en elogios y apoyo a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, en un discurso en un masivo acto público, se escuchó la voz de Aquiles Córdova Morán, quien a contracorriente de las aclamaciones al que llegaba “a transformar a México”, describió de manera magistral y valiente lo que ahora vivimos.
“Crece aceleradamente la concentración de la riqueza en el mundo, cada día es menor el número de los que lo tienen todo de sobra y cada día es mayor el número de gente que no sabe si va a poder llevarle a su familia el pan de cada día al día siguiente.
Crece la pobreza, crece la desigualdad y crecen las consecuencias naturales de esta desigualdad y de esta pobreza: la insalubridad, la ignorancia, la falta de vivienda digna, la falta de servicios, algunos tan vitales como el agua potable, como la salud, como la educación, crecen en el mundo, se extienden como un cáncer por toda la superficie del planeta, con muy raras excepciones”.
Este dramático retrato del mundo sigue vivo. Ahora con millones de seres que se mueren de hambre y enfermedades y emigran masivamente a los grandes centros urbanos en los que esperan encontrar quién les compre su fuerza de trabajo.
Pero el Maestro Aquiles Córdova también se refirió a nuestro país. Dijo: “Evidentemente, México es parte de esta realidad, siempre lo he dicho y hoy no voy a cambiar mi opinión: también aquí crece la pobreza, crece la desigualdad y crecen las carencias entre la gran mayoría del pueblo de México”.
Ésa era una verdad completa en 2018 y es una verdad irrefutable, ofensiva, el día de hoy.
“Necesitamos, pues continuó el Maestro a un presidente de la República que no se ponga a desafiar de manera aventurera e irresponsable a los poderes del mundo e, incluso, a los poderes internos que también los hay, partidarios acérrimos de la economía de mercado”.
Hoy, mientras el pueblo de México se hunde en la muerte, en la falta de servicios médicos, la falta de infraestructura, en una palabra, en la pobreza, es decir, sin haber hecho nada por remediar los sufrimientos de los mexicanos, el presidente de México está en la portada de la revista británica TheEconomist, mostrado al mundo entero como falso mesías.
En aquella ocasión, el Maestro Aquiles Córdova se pronunció en su discurso en favor de la candidatura de José Antonio Meade; la cuestión de si este candidato hubiera sido un buen Presidente o no, no es una cuestión que pueda resolver la ciencia histórica, la historia estudia los hechos, los sucesos, sus causas y sus consecuencias, no es su campo de investigación lo que pudiera haber pasado.
Resalta entonces la aguda previsión de que iba a pasar lo que efectivamente ha pasado, la previsión del desafío inútil a los poderes nacionales y del mundo, se cumplió, y sus duras consecuencias se cumplieron también.
“¿Qué va a ganar la gente preguntó el Maestro con la suspensión del aeropuerto? ¿Qué va a ganar la gente con echar para atrás la reforma energética? ¿Qué va a ganar el pueblo con echar para atrás la reforma educativa? Nada”.
La confirmación de sus palabras casi proféticas ya no hay que ir a buscarla muy lejos: está a la vista de todos: el pueblo nada ha ganado como no sean muertos por la aplicación criminal de la inmunidad de rebaño, la caída del segundo piso del metro por falta de mantenimiento debido a la austeridad, la violencia que azota a todo el país por aquello de los “abrazos” al crimen y, como consecuencia directa de la política total de la 4T, la pobreza lacerante que viven muchos millones de mexicanos.
Dijo todavía más el MACM: “Esta propuesta de la izquierda a mí me parece doblemente delicada porque no plantea la verdad sobre la situación del modelo económico, porque, por lo tanto, no plantea medidas económicas que realmente remedien el problema y porque plantea medidas demagógicas que, sin ser la solución, van a desestabilizar al país y van a crear una atmósfera muy difícil de controlar”. Ciertísimo.
Antes de terminar su discurso de abril de 2018 en Ixtapaluca, cuando poca gente imaginaba los problemas que habrían de sobrevenir, el Maestro lanzó una frase que sintetizó su preocupación por el futuro de México y de los trabajadores mexicanos: “Mucha gente es buena para encender lumbre, pero no sabe apagarla”.
Sí, Maestro Aquiles Córdova Morán, honor a quien honor merece, usted tenía toda la razón… y todavía no termina el sexenio. Espero que todos los que lo escuchen ahora lo tomen en cuenta.