¿El estrés afecta tu intimidad? Una experta nos da algunos consejos claves para combatirlo

Los expertos en sexualidad coinciden: los altos niveles de estrés impactan de forma directa la líbido y de forma más genérica, la salud sexual. Según un reciente estudio de Ipsos, el 63% de las personas a nivel global se ha sentido estresada en el último año y España se sitúa actualmente como el quinto país con mayor nivel de estrés entre los miembros de la Unión Europea, según recalca Durex, líder mundial en venta de preservativos.

Es, por ende, fundamental permanecer atenta a las señales y “tratar” el problema de forma directa.

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Francisca Molero, reputada médica, sexóloga, comenta que “vimos en una sociedad cada vez más estresada, con un exceso de responsabilidades, que muchas veces viene por sentirnos incomprendidos en el ámbito laboral y/o personal.

El estrés y el exceso de responsabilidades nos acaba produciendo tal agotamiento que nos impide estar bien con nosotros y con los demás, y por consiguiente una de las dimensiones más afectadas es la sexualidad”. ¿Cómo conseguir entonces vivir la sexualidad de la manera más placentera y tranquila posible?

Hacer pausas conscientes: en cualquier momento del día es necesario tomarse cinco minutos para examinarse a uno mismo, respirar profundamente y observar cómo nos sentimos física y mentalmente. Este “mini-momento” nos permitirá desconectar totalmente del exterior y aprender a buscar un oasis sin esos pensamientos que alimentan el estrés.

Explorar los cinco sentidos: cómo nos afectan y cómo se involucran en el día a día, así como su importancia durante el acto sexual. El objetivo es activar todas las partes del cuerpo e ir más allá.

A través de la vista podemos concentrarnos en el espacio que nos envuelve o en aquella imagen que nos dé tranquilidad.

El olfato nos proporciona esa conexión directa con las feromonas, las encargadas de desatar la atracción y volverla todavía más intensa, podemos apostar por velas aromáticas o incienso con aromas de frutas y dulces.

La ropa que llevamos puesta, o todo aquello que roza nuestra piel, nos ayuda también a estimularnos de modo sutil y erótico, sumergirnos en el tacto, juega un papel fundamental en el autoconocimiento.

El gusto está presente desde mucho antes de la interacción sexual, y podemos empezar a estimularlo degustando alimentos afrodisíacos, como fresas o cava.

Por último, permitirnos un momento para escuchar y disfrutar de una canción o de un sonido agradable, nos abrirá todo un mundo de posibilidades, ya que los ritmos son también potenciadores del deseo y catalizadores del encuentro sexual.

Comunicarnos, con nosotros mismos y con nuestra pareja sexual. Igual que hablamos de cómo nos ha ido en el trabajo o de lo que tenemos que hacer al día siguiente, es igual de importante tener conversaciones sobre sexo con la pareja de manera habitual y, por supuesto, comunicarnos también durante el acto compartido, sin olvidar que el placer mutuo es clave cuando se practica sexo.

Al fin y al cabo, el diálogo es la manera de evitar la rutina en la vida sexual y abrirse a nuevas experiencias y a otras maneras de obtener placer.