De dónde salió el símbolo del reciclaje uno de los más icónicos del Siglo XX

En 1970, Gary Anderson tenía 23 años y estaba estudiando arquitectura en la Universidad del Sur de California, EE.UU.

El 22 de abril de ese año se había celebrado el primer Día de la Tierra, un evento que llamaba a luchar por un planeta más verde y limpio para todos.

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Había sido ideado por el activista Gaylord Nelson tras un gigantesco derrame de unos 100.000 barriles de petróleo crudo que ennegrecieron las costas de Santa Bárbara, California.

El ambientalista valoraba a los estudiantes como agentes de cambio, así que quería que se involucraran en las campañas, en ese entonces radicales, a favor de buscar soluciones ecológicas a problemas ecológicos.

Y, a veces, la mejor manera de llamar la atención del mundo era con diseños intrigantes.

Por suerte, la Corporación de Contenedores de América (CCA), en ese entonces el mayor fabricante de cajas de cartón corrugado de EE.UU., estaba encabezada por el industrial amante del arte Walter Paepcke, quien se mantenía a la vanguardia del diseño gráfico corporativo.

El resultado de la conjugación de esos factores fue un concurso: en los campus universitarios estadounidenses se pegaron carteles que invitaban a aspirantes a diseñadores interesados ​​​​en el medio ambiente a que crearan un símbolo para usarlo en productos hechos de papel reciclado.

Anderson se topó con uno de esos carteles

El diseño ganador, explicaba el cartel, se convertiría en un símbolo de dominio público, lo que significa que estaría disponible para cualquier empresa que quisiera dejar claro que consideraba el reciclaje como parte vital de su proceso de fabricación.

Anderson se puso a la tarea, contento porque “no necesitaba muchos recursos especiales, ni ayudas, ni un equipo”.

“Fue antes de las computadoras, así que lo hice todo a mano con instrumentos de dibujo convencionales; escuadras, reglas, compases”.

Su principal inspiración fue la cinta o banda o anillo de Möbius o Moebius, una superficie de un solo lado que se puede construir tomando una tira de papel y dándole media vuelta a uno de los extremos antes de pegarlo al otro.

En menos de una semana Anderson ya tenía los tres diseños que presentó, todos variaciones sobre el mismo tema.

La CCA había reclutado un elenco estelar para juzgar la competencia, con personalidades como el legendario diseñador gráfico Saul Bass y el influyente diseñador de IBM Eliot Noyes revisando las aproximadamente 500 entradas.

Unas semanas más tarde recibió una carta diciéndole que había ganado.

“Estaba feliz”, dijo, aunque confesó que “tal vez solo por la arrogancia de la juventud” no se sorprendió: “cuando lo presenté sentí que era un buen símbolo”.

Los US$2.500 que ganó los invirtió en su educación: se fue un año a la Universidad de Estocolmo en Suecia, a estudiar ciencias sociales.

No había sido registrado y permanecía en el dominio público. Eso, junto con la simplicidad del diseño, significó que empezó a usarse en todo el mundo para significar reciclaje.

Pero pasaron años antes de que Anderson lo viera en uso mientras estaba de vacaciones en Ámsterdam, Países Bajos.

Más de 50 años después, el símbolo universal del reciclaje es tan reconocido en el mundo que Anderson incluso recibe correos de admiradores, “generalmente niños”.

“Lo que más me enorgullece es que creo que realmente contribuyó al cambio en la sensibilización de las personas. Cuando se hizo el concurso, mucha gente ni siquiera sabía lo que era el reciclaje.