Consentimiento, deseo y consenso

Podemos consentir una relación sexual sin desearla. Puede no apetecerme nada tener relaciones sexuales en un momento dado, pero consentirla porque pienso que es lo que tengo que hacer, o porque si no mi pareja se pone muy pesada, o me castiga con silencios o malas caras.

Esto es algo que se ha normalizado mucho en las relaciones de pareja.

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Pero ninguna persona debería consentir relaciones sexuales que no desea.

Esto repetido de forma continuada puede llegar a generar sensaciones muy negativas asociadas a las relaciones sexuales e incluso traumas.

Estas sensaciones negativas hacen que no queramos repetir, que cada vez le cojamos más “manía” y nos baje el deseo.

Existen determinados comportamientos que son líneas rojas en las relaciones sexuales, también si las relaciones sexuales son con nuestra pareja de toda la vida.

Porque, y esto es muy duro, en las relaciones de pareja también se pueden dar abusos y violaciones. Algunos de estos comportamientos que no debemos hacer o que deberían alertarnos si nuestra pareja los hace son:

-Que nos obliguen o nos presionen para mantener relaciones sexuales.

La coerción y el chantaje emocional también son formas de coerción.

Frases como “No me puedes dejar así”, “Es que nunca te apetece”, “Ya no te atraigo”, “Eso es porque estás con otra persona”.

-Que presione para no usar preservativo, que se lo quite sin avisar o que eyacule dentro de la vagina o el ano sin haberlo consensuado previamente.

La práctica de quitarse el preservativo y seguir con la penetración sin avisar se llama stealthing y es delito, ya ha habido juicios por este motivo.

-Que no pare cuando le dices que quieres parar.

O que siga a pesar de que a ti te esté doliendo, le estés expresando incomodidad o estés llorando.

Esto es violación y también se puede dar con la pareja de toda la vida.

-Que te presione para hacer prácticas que no te apetecen.

Que use chantajes o frases como “Siento mi sexualidad coartada porque no quieres probar el sexo anal”, “Tendré que buscar a otra persona que sí quiera hacerlo”.

-Que te haga responsable de su placer y exija que lo satisfagas mediante excusas aunque a ti no te apetezca.

“Es que masturbarme yo no es lo mismo”, “Para qué voy a hacerlo yo si te tengo a ti”, “Eres mi pareja, tienes que hacerlo tú, para qué somos pareja si no”.

-Que te compare con otras parejas o amantes. Que te diga cosas como “Mi ex era mejor que tú en la cama”, “Mi ex siempre tenía ganas”, “Mi ex tenía mejor cuerpo que tú”, “Eres rara, todas mis ex tenían orgasmos con la penetración”.

Esto último probablemente no sea verdad, aunque sea por estadística, porque la mayoría de mujeres no tienen orgasmos solo con la penetración.

-Que te agarre del pelo o del cuello, te escupa o te pegue (en el culo, en la cara…) sin que lo hayáis hablado antes. Si a ti te gusta y lo habéis hablado y consensuado, todo bien.

Que lo haga por su cuenta sin preguntar, no.

-Que te haga sentir mal por expresar o pedir lo que te gusta o por masturbarte, que te juzgue por cosas que hayas hecho anteriormente o por tus fantasías. “Eso es de guarras”, “Con tu ex hacías cosas que conmigo no”.

-Que te toque o te penetre mientras duermes. Mientras dormimos no tenemos capacidad de consentir, ni desear ni consensuar.

Nuestra capacidad de consentimiento está anulada, por lo cual cualquier comportamiento de este estilo supone un abuso, a no ser que lo hayamos hablado y consensuado de forma previa porque sea algo que nos guste recibir.

Si estas cosas están pasando en la pareja, es necesario poder hablarlo, entender que este tipo de comportamientos son violentos y deterioran la pareja.

Estos hechos de forma repetida y consciente son violencia sexual, que es una forma más de maltrato. Es esencial saber que tenemos todo el derecho del mundo a que no nos hagan nada de esto, ni siquiera nuestra pareja, y a pedir ayuda, para reconducir la situación o para salir de esa relación si la situación no cambia o si es lo que necesitamos.