El juguete sexual que está dando mucho de qué hablar entre las mujeres (y también ya entre los grupos de hombres). No hay tertulia en la que, por simple descubrimiento o por comentario visto en redes sociales, no aparezca el nombre de este producto.
Pero es que no solo las usuarias de este succionador de clítoris aplauden su eficacia sino que, incluso los profesionales médicos, ya reconocen los beneficios de este pequeño ‘aliado del disfrute’.
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Por lo tanto, ¿deberían los médicos recomendar su uso?El doctortor en Medicina y sexólogo ha expresado que los profesionales han de proponer que los pacientes tengan un estilo de vida sexual que resulte “placentero, interesante, motivador y que promueva una actividad sexual mantenida”.
Al final, “la vida sexual está ligada a infinidad de beneficios a nivel médico, cardiovascular, piscológico, emocional, relacional y a nivel estrictamente físico”, ha enumerado San Martín.
“Para muchas mujeres ha supuesto un descubrimiento de su propia erótica”En concreto, según ha definido este especialista, se trata de un complemento que mejora la satisfacción, el placer y sobre todo que permite explorar la sexualidad.
“Quizás el revuelo que ha generado Satisfyer ha ido en esa dirección. Que para muchas mujeres ha supuesto un descubrimiento de su propia erótica, de una parte de su sexualidad muy importante como es el clítoris”, ha manifestado.
Y es que, ha lamentado que, en realidad, muchas mujeres por prejuicios o por incomodidad han tenido dificultades en conectar con su corporalidad y en disfrutar de ella.
Juguetes sexuales
La ginecóloga y responsable de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Universitario QuirónSalud de Madrid, Gema García Galvez, ha definido que los juguetes eróticos son objetos que, como su propio nombre indica, sirven para jugar, para “hacer más divertido y/o creativo el encuentro sexual”.
“No le veo inconveniente alguno a su uso a nivel de salud”, ha añadido.
En sintonía a este pensamiento se ha posicionado Carlos San Martín. De hecho, ha expuesto los beneficios que pueden tener estos productos para las mujeres durante un momento determinado de su vida: en la menopausia.
“Hay mujeres que en esa etapa puedan tener dificultades en sus relaciones sexuales y pueden tener menos deseo porque éstas sean menos placenteras.
De pronto, pueden volver a conectar con su capacidad para disfrutar a través de un juguete sexual como puede ser este”, ha dicho.
“El mayor mito es que los juguetes sexuales son sustitutos del sexo acompañado”
¿Se podría decir algún efecto perjudicial de su uso? Según la sexóloga Nayara Malnero, “el único inconveniente es que cuando abusamos de un instrumento muy estimulante (ya sea un juguete o pornografía) es posible que si es nuestra única manera de disfrutar, y generamos una dependencia, a largo plazo podría generar dificultades para alcanzar el orgasmo de otras maneras”, ha detallado a este medio.
Finalmente los tres expertos han coincidido en que hay conocimiento sobre este juguete y otros muchos que hay actualmente en el mercado aunque el problema radica en la desinformación que hay en torno a la sexualidad.
“Sobre variedad de juguetes no creo que haya, lo que hay es una pobre educación sexual”, ha matizado Gema García.
Es por ello que esta especialista ha recomendado que los profesionales de la Medicina deben crear un clima de confianza entre médico-paciente y darle mayor importancia a la salud sexual desde la consulta.
Entre los bulos, la imagen que se da del sexo en la televisión (sobre todo en la pornografía) o las redes sociales todo esto se suma y forma un ‘cóctel molotov’ que ayuda a seguir construyendo del sexo un tabú.
“El mayor mito es que los juguetes son sustitutos del sexo acompañado. Es un bulo que se mantiene en las redes sociales y es algo que, por ejemplo, ahora preguntan los hombres.
Con respecto al succionador preguntan cosas como: ‘¿Puedo yo aprender a succionar el clítoris también?’”, ha ejemplificado Malnero.
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En plena era de la sobreinformación, lo que está imperando es la desinformación. Según San Martín, un alto porcentaje de menores se exponen a un género cinematográfico como es el ‘porno’ en el que se cosifica a la mujer, se llega a agredir, se muestran prácticas de sexo en grupo contra una mujer y esta llegar a ser la primera referencia del sexo que ellos y ellas interiorizan como “normal”.
“No se está compensando la exposición de material erótico que tienen los más jóvenes y que acaban normalizando una conducta sexual que nada tiene que ver con la realidad”, ha concluido.