¿Qué hacer cuando nos volvemos adictos a una persona?

No solo las drogas, las compras, el ejercicio físico o internet pueden generarnos una adicción.

Nuestros vínculos y relaciones también son susceptibles de seguir esta dinámica y sumirnos en una situación de dependencia y falta de control.

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Cuando nos volvemos adictos a una persona, renunciamos a nuestra dignidad, ponemos en peligro nuestra integridad y sufrimos.

¿Por qué ocurre y qué podemos hacer al respecto?

¿Cómo actuamos al volvernos adictos a una persona?

Una de las características más llamativas de las adicciones es la escasa consciencia que la persona tiene de su problema.

Es común que no logre identificar o admitir que tiene una dependencia y que no perciba o minimice cómo está impactando en su vida.

Por ello, un primer paso fundamental es reconocer que nos hemos vuelto a adictos a una persona.

Cuando esto ocurre, suelen estar presentes las siguientes características:

La otra persona se convierte en el centro de tu atención y de tu vida.

Inviertes una gran cantidad de tiempo en pensar en ella, en atenderla y en estar a su lado.

Además, cuando estáis separados, puedes sufrir ansiedad y necesidad de retomar el contacto en seguida.

Estableces una relación desequilibrada en la que adoptas una posición de sumisión.

Tiendes a complacer a la otra persona en todo, dejándote de lado y soportando situaciones inaceptables por miedo a que se vaya o te retire el afecto.

Abandonas tus opiniones, aficiones y relaciones sociales para amoldarte a lo que la otra persona desea de ti.

Demandas constantemente atención, afecto y seguridad.

Necesitas reafirmar que la otra persona te quiere y va a permanecer a tu lado.

Necesitas vincularte en exceso y crear una muy estrecha intimidad emocional. Quieres ser el centro de su vida.

Idealizas a la otra persona al tiempo que te desvalorizas y te consideras inferior en varios aspectos.

Pese a que en esta relación estás sufriendo, la sola idea de que pueda terminar te parece catastrófica.

Este es tu mayor miedo y no te visualizas como capaz de salir adelante tras una ruptura.

¿Qué hacer cuando nos volvemos adictos a una persona?

Cuando nos volvemos adictos a una persona están operando mecanismos a diferentes niveles.

Por un lado, a nivel biológico, el enamoramiento inunda nuestro cerebro de dopamina, generando sensaciones muy placenteras y alentando el contacto constante.

Ante su ausencia, sufrimos craving (una urgente necesidad de buscarla).

Por otro lado, a nivel psicosocial, tenemos un patrón de necesidades emocionales insatisfechas que tratamos de paliar vinculándonos de esta forma.

Esto puede tener su origen en un estilo de apego ansioso, surgido en las relaciones más tempranas.

En cualquier caso, si queremos salir de esta dinámica debemos abordar varias cuestiones.

Realiza trabajo interior.

Tu adicción al amor realmente no tiene que ver con esa persona en concreto que hoy en día es tu pareja.

El origen del problema está en ti, así como también la solución. Por ello, trabaja en tus propias carencias emocionales, analizando qué te llevó a tenerlas y cómo puedes sanarlas de una forma apropiada.

Al entender que tu apego a esa persona no es un gran amor, sino un fuerte miedo derivado de tu malestar interior, podrás comenzar a ver tu realidad con otros ojos.

Sin embargo, es posible que necesites apoyo profesional para realizar esta toma de consciencia.

Modifica tu forma de vincularte.

Si quieres recuperar tu independencia emocional, comienza por modificar algunas de tus conductas en el vínculo.

Por ejemplo, deja de buscar reaseguro constante, con preguntas incesantes. Procura no reclamar y no tratar de controlar.

Aprende a relacionarte de una forma sana e identifica todas esas conductas que llevas a cabo desde la carencia y la necesidad.

Es momento de construir tu propia seguridad y no basar tu bienestar en las palabras o acciones del otro.
Vigila tu diálogo interno.
Si exploras tus pensamientos, te será muy sencillo caer en consciencia de tu dependencia, ya que encontrarás frases recurrentes como las siguientes:

No puedo vivir sin esta persona.
Le necesito.
«Es lo único que tengo».

No sé que haría si me deja, no podría soportarlo.

Este tipo de creencias que te repites solo refuerzan la situación disfuncional.

Por ello, comienza a sustituirlas por pensamientos más apropiados, que refuercen tu autoestima y te empoderen.