Un pesario vaginal es un dispositivo que se coloca en la vagina. Su función consiste en sostener los órganos pélvicos que prolapsan en ella. Para entenderlo, es importante explicar qué es el suelo pélvico.
El suelo pélvico consta de tres compartimentos. El superior comprende la vejiga y la uretra. Ambos órganos pueden prolapsar hacia la vagina, lo que recibe el nombre de «cistocele» y «uretrocele», respectivamente.
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El compartimento central está formado por la vagina y el útero. En este caso, se puede producir un prolapso del útero en sí, o incluso de la cúpula vaginal.
Por último, el recto también puede prolapsar hacia la vagina, dando lugar a un «rectocele». Los prolapsos son algo muy frecuente en las mujeres.
La razón es que el suelo pélvico se puede debilitar por múltiples motivos. Por ejemplo, por los partos prolongados o instrumentales, las cirugías pélvicas, la multiparidad, etcétera. También influyen otros aspectos como la obesidad, la edad o incluso la predisposición genética.
Un pesario vaginal no permite curar como tal los prolapsos; sin embargo, sí ayudan a controlarlos y a frenar su progresión.
Funcionan como si fueran un soporte de la propia vagina. Así, aumentan la firmeza de los músculos y los tejidos del suelo pélvico. Si se utilizan de forma adecuada, pueden ser una buena opción de tratamiento para muchas mujeres.
No obstante, también pueden producir complicaciones. Un pesario vaginal es un dispositivo que permite tratar el prolapso de los órganos pélvicos sin recurrir a cirugía.
Según explica una publicación en Trials , se utilizan cuando los síntomas del prolapso son leves. También en aquellas mujeres que aún tengan deseos de tener hijos o durante el embarazo.
La idea de utilizar este elemento en el embarazo es intentar que el útero se mantenga en una posición adecuada. En ocasiones, el agrandamiento de este órgano hace que se desplace hacia la vagina.
Esto puede dar lugar al atrapamiento del mismo y complicar el embarazo. Sin embargo, es posible que la incontinencia esté provocada por otras causas.
Si fuera así, la colocación del pesario no la arreglaría. Por tanto, sirve para discernir qué casos de incontinencia son operables y cuáles no. Es la llamada «prueba del pesario».