Si la familia es el núcleo de la sociedad, la mujer es el de la familia
Cautiva en un ciclo lunar y como centro del universo, en la mujer encontramos de niños el abrazo protector como extensión de su matriz, el que después se convierte en una cálida expresión en pareja. Con los años ese abrazo toma el papel de apapacho, un álbum de fotografías repletas de nostalgia, de vida en común, complicidad y viejo compañerismo.
Pero en ella, también encontramos a una mujer implacable. Ya nos quedó claro. En defensa de su dignidad, hogareña, laboral o social y en ocasiones tristemente callada, sale del lugar en donde nacen los atentados y toma las calles a gritar su impotencia, harta ya de ser invisible ante las autoridades responsables de brindarles el entorno seguro para su desarrollo en todas sus versiones.
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Un grito, a oídos sordos, que se hizo nuevamente presente como cada año. Las mujeres no solo levantaron el puño, también una voz de colores tatuando las ciudades. Un grito más impregnado de rabia que de miedo; más con tintes de manifestación que de homenaje, (hace años que se nos fue esa oportunidad); más con vandalismo que con expresiones pacificas ya inútiles. Las añejas e indiferentes respuestas las han empujado a esos límites.
Ya pasaron muchos años y todos, mujeres y hombres, somos testigos que la narrativa del reclamo no ha dado los resultados anhelados. Habrá que ser más claros a quien va dirigido el mensaje. En el caso ya recurrente contra el edificio central de la UASLP, creo que ningún escritorio de esa institución tiene en sus manos la aplicación de la justicia. A lo mucho puede ejercer, mediante sus propios protocolos, el cese definitivo del o los agresores. A mi criterio y ante la gravedad de la ofensa, eso no es justicia.
“Ruido”, más que una película un desesperado reclamo, toca de la manera más real y cruda el tema de la violencia y desaparición de las mujeres en donde el escenario principal es precisamente el edifico central de la UASLP que ubica nuestra máxima casa de estudios y a toda la comunidad universitaria en una percepción generalizada de muy baja calidad moral y opacando los importantes logros reconocidos a nivel nacional. Me intriga que SLP, sin ser el estado en donde únicamente se dan ese tipo de sucesos, por qué salió electo y específicamente la UASLP. ¿Hay algo que no se?
Si en muchos de los casos el agresor tiene nombre y apellido, es todo lo que se necesita para una denuncia, entiendo que nada fácil, apropiada y entonces sí manifestarse, no cada año, constantemente para exigir que se haga justicia a las puertas de la institución responsable de procurarla. Cada denuncia particular las convierte en una activista más de su causa. Es inútil atentar contra la ciudad y sus centros históricos. Con la cantera no. Es posible que en muchas instituciones ya tienen en su carpeta de mantenimiento una partida presupuestaria para la reparación de los daños y hasta ahí llegamos, a esperar una muda respuesta otro año más. Habrá que subir más escalones, otro lenguaje.
Me queda claro que muchas consideran al hombre indiferente ante la violencia en todas sus formas contra de las mujeres. Les quiero decir, con aire solidario a sus querellas, que no es así. Todos venimos de una. Los brutales eventos por los que han pasado nos atañen a la sociedad completa. Si nos mantenemos al margen, sin que suene a justificación, de sus manifestaciones es por respeto al espacio que les corresponde además por el temor de encontrarnos de frente con una posible y reconocida misandria (aversión al hombre) detonando de esa manera cualquier chispa de violencia.
Larga vida a la mujer.
@barrerArq