Los auriculares pueden acumular restos de polvo, cerumen y otras impurezas que ponen en riesgo la salud del oído
La frecuencia de uso que tienen los auriculares, así como el contacto directo con el oído, implica una higienización regular. Entre los diversos motivos que existen, se pueden identificar dos principales.
Por un lado, evitar infecciones derivadas de la mugre, el polvo o los restos de cerumen en el auricular. En especial, si se utilizan en la calle y en espacios públicos.
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Por otro lado, extender la vida útil del dispositivo. Diversos fabricantes aseguran que mantener los audífonos y los estuches de carga limpios —en el caso de que sean inalámbricos— favorece su funcionamiento y duración.
Eso sí, se debe tener cuidado y precisión durante el proceso, con el fin de evitar humedecerlos. Estos aparatos suelen acumular cera en las gomas externas y en las rejillas, sobre todo los modelos intraurales, es decir, los que se colocan dentro del oído.
Según un estudio de la Revista Pediatría de Atención Primaria, diversos factores favorecen la generación de tapones de cera.
Entre ellos, la edad, ya que las glándulas que la producen se atrofian y la sustancia se vuelve más seca. También los obstáculos que dificultan su expulsión, como los audífonos.