La intoxicación por aspirina puede producir un cuadro grave. Si no se trata correctamente, podría incluso llevar a la muerte
El ácido acetilsalicílico, popularmente llamado «aspirina», proviene de la salicina, una sustancia que se encuentra en la corteza del árbol sauce blanco, y su utilización se remonta desde la época de los sumerios.
La aspirina en la sangre se disgrega en grupo acetilo y ácido salicílico. Pues bien, este ácido salicílico se transforma en salicilato y deja libre hidrogeniones.
¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA
Por un lado, los hidrogeniones son moléculas que alteran el pH de la sangre; es decir, acidifican la sangre y eso se traduce a una disminución del pH.
En una situación normal, el cuerpo tiene mecanismos para evitar esta acidificación, pero cuando la dosis es muy alta, estos recursos se gastan y se crea la llamada acidosis metabólica.
Por otro lado, el salicilato daña las mitocondrias que son las fábricas de energía de las células. En concreto, daña el proceso final que implica el almacenaje de la energía producida en una molécula llamada ATP.
En una situación normal, no pasaría este daño en las mitocondrias porque el salicilato se une a otras moléculas en el hígado para poder ser eliminado vía renal y que no se acumule en sangre.
Sin embargo, si hay muchos salicilatos, el hígado no da abasto y, por lo tanto, se acumula en la sangre y entra en los tejidos, produciendo el daño mitocondrial.