El Titanic nazi: la lujosa embarcación alemana que protagonizó una historia de propaganda, excesos y tragedia

El régimen nazi encargó una cara película sobre la tragedia del Titanic con fines propagandísticos

Hace 80 años, y décadas antes de la producción de James Cameron ganadora de múltiples premios Oscar, el régimen de Adolfo Hitler financió una ambiciosa y costosa película sobre el Titanic. El famoso naufragio inspiró un filme de propaganda nazi, pero esa versión estuvo lejos de ser un éxito de taquilla.

El SS Cap Arcona, apodado la “Reina del Atlántico Sur”, fue el gran protagonista de la película, pero también, de una de las peores tragedias de la Segunda Guerra Mundial.

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A principios de 1942, el otrora magnífico y lujoso transatlántico se oxidaba en una base naval alemana en el mar Báltico. Dos años antes, el barco había sido requisado por la Armada de Hitler y convertido en cuartel para marineros después de ser despojado de sus deslumbrantes accesorios.

Pero ese mismo año, el Cap Arcona sería sacado de la oscuridad y literalmente puesto bajo reflectores: gracias a sus similitudes de diseño con el RMS Titanic, se le dio el papel central en una producción nazi sobre el infame drama en el mar.

El hundimiento del Titanic no era un tema nuevo incluso entonces: las primeras películas sobre el infortunio habían llegado a la pantalla ya en 1912, el año en que el barco se hundió en las heladas aguas del Atlántico Norte durante su viaje inaugural.

Pero Joseph Goebbels, el notorio ministro de Propaganda de Hitler, dio con un guion con una visión muy diferente de los acontecimientos: describía el accidente como resultado de la codicia británico-estadounidense.

“Goebbels y los nazis habían producido cientos de películas de propaganda para entonces, pero esta vez querían algo diferente”, le dice a la BBC el profesor Robert Watson, historiador estadounidense y autor de The Nazi Titanic.

“En 1942, Alemania estaba lidiando con considerables reveses en la guerra y a Goebbels le pareció indispensable lograr grandes triunfos en el frente de la propaganda”.

Sin escatimar gastos
Al prominente oficial nazi le había sorprendido específicamente el éxito de “Casablanca”.

Lanzado ese mismo año, el drama romántico de Hollywood popularizó una poderosa narrativa antifascista, lo que impulsó al propagandista alemán a tomar medidas.

Con su versión “nazificada” de la tragedia del Titanic, Goebbels soñaba con darle a los Aliados una cucharada de su propia medicina. “No quería escatimar gastos para hacer esta ‘respuesta’ a ‘Casablanca’ y eso incluía usar su propia réplica del Titanic, el Cap Arcona”, agrega el profesor Watson.

“Los barcos eran básicamente los mismos, aparte del hecho de que el Cap Arcona tenía tres chimeneas, una menos que el Titanic. Pero le pusieron una falsa para la filmación”. En un momento de dificultades en medio del esfuerzo bélico, Goebbels asignó enormes fondos para la producción.

En su libro, el profesor Watson afirma que “Titanic” tenía un presupuesto de cuatro millones de Reichsmark, el equivalente a aproximadamente US$180 millones en la actualidad, lo que la convierte en una de las películas más caras de la historia. Cientos de soldados fueron sacados del frente para actuar como extras, y la película contó con algunas de las estrellas de cine más famosas de Alemania, como Sybille Schmitz. La producción, sin embargo, fue caótica.

Los soldados acosaron a las actrices y hubo un pánico generalizado de que la iluminación de los sets los convertirían en objetivo para los bombardeos aliados. También hubo asuntos más serios: Herbert Selpin, el director asignado al proyecto, cayó en desgracia con los funcionarios nazis después de criticar su interferencia en el calendario de rodaje y fue arrestado e interrogado por el propio Goebbels. Más tarde fue encontrado ahorcado en su celda.

Una historia distinta
Pero, de todas maneras, la película se hizo, con una propaganda contundente en el centro de la trama: el accidente fue retratado como una historia de codicia corporativa por parte de los propietarios británicos del Titanic.

El naufragio ocurría a pesar de los esfuerzos por evitarlo del único miembro de la tripulación alemán que intentó impedir que la embarcación navegara las peligrosas aguas del Atlántico Norte.

Al final, un mensaje de epílogo afirma que la muerte de más de 1.500 pasajeros es “una condena eterna de la interminable codicia de Reino Unido”.

“Hay películas de propaganda nazi con un mensaje mucho más sutil”, explica el historiador alemán Alex Von Lunen.

“Esta película del Titanic muestra la ilusión de algunos nazis sobre lo que la propaganda podría hacer”, señala Von Lunen.

“Realmente pensaban: ‘todavía podemos ganar esta guerra si inspiramos a la gente’.

“Y lo que sucedió con la película más tarde realmente la hace más interesante”.

Von Lunen se refiere a cómo Goebbels, que había dado luz verde a la producción, terminó prohibiendo que se mostrara en los cines alemanes después de ver el producto final.

El oficial nazi sintió que las escenas de la tragedia eran tan realistas que fomentarían el pánico en un momento en que los civiles alemanes vivían con miedo a los ataques aéreos.

“Lo que también se convirtió en un problema fue que el oficial alemán ficticio a bordo del Titanic en la película desobedece a sus superiores por creer que lo que estaban haciendo era moralmente incorrecto. “Ese no era un mensaje que los nazis querían enviar a los oficiales alemanes de la vida real”, dice Von Lunen.

En su libro, el profesor Watson señala que la película se estrenó inicialmente solo en territorios ocupados por Alemania y no se mostró dentro de Alemania hasta 1949, cuando fue redescubierta en los archivos nazis.

Tragedia de la vida real
El hecho de que la película nazi fracasara debería haber significado un regreso al olvido para el Cap Arcona. Pero el barco terminaría ganando un lugar aún más notorio en la historia.

Después de ser utilizado en la evacuación de más de 25.000 soldados y civiles alemanes del avance de las tropas rusas en el frente oriental, en 1945 se convirtió en un barco prisión amarrado en el Báltico para reclusos trasladados desde varios campos de concentración en un intento de ocultar la evidencia de los crímenes nazis.

Según el profesor Watson, los documentos de ambos lados del conflicto estiman que al menos 5.000 personas estaban a bordo del Cap Arcona el 3 de mayo cuando el barco fue atacado por error por aviones aliados, con una pérdida masiva de vidas.