Las causas inmediatas de la lucha de los trabajadores en Europa

La coincidencia en el tiempo, la energía y las multitudes que se movilizan no son ninguna casualidad.

Es obligado añadir a lo dicho la semana pasada sobre la importante e ilustrativa resistencia que las clases trabajadoras de Europa desarrollan por estos días, es decir, las del Reino Unido y de Francia, la vigorosa respuesta que también están dando los trabajadores españoles.

La coincidencia en el tiempo, la energía y las multitudes que se movilizan no son ninguna casualidad, todos y todas las que protestan responden a las mismas causas que consisten en la mayor crueldad con que están explotando su trabajo y la consecuente pobreza y sufrimiento en los que las están hundiendo las clases dominantes de sus países, subordinadas a las de Estados Unidos (EE. UU.).

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Veamos el testimonio del periódico La Jornada del 13 de febrero pasado sobre lo que sucede en España: “Madrid se convirtió ayer en el epicentro de la protesta ciudadana en favor de la sanidad pública y contra la privatización paulatina y el deterioro de un servicio social esencial. Más de 250 mil personas, según la policía, y más de un millón, según los sindicatos que convocaron la movilización, se congregaron en esta capital para lanzar un mensaje de defensa de ese bien común y para exigir más medios para fortalecer la atención primaria al paciente y no dejar que siga en curso su deterioro”.

Algunas de las causas de estas luchas de los trabajadores de Europa, están más o menos a la vista. Las llamaremos causas inmediatas. En una siguiente entrega abordaremos las causas menos visibles, pero más decisivas y determinantes, que denominaremos causas mediatas.

Las causas inmediatas, tema de esta ocasión, se pueden conocer viendo algunos de los noticieros y leyendo algunos de los periódicos que se publican, sobre todo digitales, sin olvidar que existe una severa censura de algunos medios que no se pueden ver ni escuchar y de otros que sí son accesibles, pero que escogen cuidadosamente sus reportes para no exhibir la podredumbre del sistema y propagandizar la existencia de un mundo casi paradisiaco.

Menciono, pues, en primer término, algunas de las causas inmediatas. Por su enorme importancia, la guerra que se libra en la parte oriental de Ucrania, muy cerca de la frontera con Rusia. En esa región, conocida como Donbás, han vivido y viven millones de seres humanos que tienen origen, historia, cultura y lengua rusos son, pues, de nacionalidad rusa.

La palabra nacionalidad debe entenderse como un grupo humano que tiene las características aquí mencionadas, tenga o no tenga un país en donde habite. Solo como ejemplos, aludo a los casos de los escoceses que viven en el Reino Unido, que son una nacionalidad y no tienen país propio; de los catalanes en España, que viven desde hace mucho tiempo la misma situación y el de los valones, que habitan en Bélgica.

Son miles las nacionalidades en el mundo, existen, sobre todo, aunque no únicamente, en Europa y en Asia. Son pueblos antiguos que crecieron y se desarrollaron en épocas en las que era muy difícil viajar y relacionarse, por eso, a pesar de que habitaban zonas relativamente cercanas, fueron construyendo su propio idioma, su propia cultura y su propia historia, de manera que cuando llegó la época histórica en la que algunos grupos con más poder económico y militar se apoderaron de ciertas zonas del mundo y las denominaron su país (o su equivalente), muchas nacionalidades quedaron dentro de países que eran dominados por otras nacionalidades o quedaron divididos por las fronteras trazadas por esos nuevos países o, de plano, fueron conquistados por una nacionalidad poderosa que les era extraña. Ha sido sangriento y persistente el problema de las nacionalidades en el mundo.

Así, los rusos del este de Ucrania quedaron ahí comprendidos después de la Revolución rusa de 1917, cuando el nuevo poder obrero renunció, sin precedente en la historia, a ser imperio opresor de numerosos pueblos y, en cambio, decidió impulsar y reconocer como nuevas repúblicas a muchas de las nacionalidades más importantes del antiguo imperio ruso, entre ellas a Ucrania, como república que estaba habitada primordialmente por una nacionalidad muy hermanada históricamente con la nacionalidad rusa. Por razones que aquí no discutiremos, en el este de Ucrania quedaron incorporados millones de rusos que habitaban y habitan el Donbás, que vivieron y convivieron en paz durante muchos años con los ucranianos y los ucranianos con ellos.

Luego de la caída del experimento socialista en la Unión Soviética y Europa del Este, la República Soviética de Ucrania proclamó su independencia, privatizó los bienes del pueblo, decidió seguir el modo capitalista de producción y se acercó a la Unión Europea y a EE. UU. Con la llegada del capitalismo a Ucrania, aparecieron los depredadores ambiciosos, que no son sino la personificación del capital y empezaron una labor febril para apoderarse de los recursos naturales del Donbás, apretar el cerco a Rusia y preparar un ataque contra ella. Importantes elementos de la Agencia Central de Inteligencia estuvieron atizando la embestida.

Aprovecharon a herederos de los fascistas ucranianos de la Segunda Guerra Mundial, horrendo episodio en el que los propios fascistas ucranianos, junto con los invasores alemanes, masacraron a otros ucranianos solo porque eran judíos, como en Baby Yar, que la humanidad no debe olvidar jamás. Esa escoria repugnante fue levantada, organizada y armada por las clases dominantes ucranianas y los poderosos e insaciables imperialistas de EE. UU. y aventada contra la inerme población rusoparlante del Donbás.

Después de ocho años de matanzas, después de acuerdos solemnemente firmados para detener la agresión brutal que las potencias occidentales acabaron por confesar cínicamente que nunca pensaron cumplir, Rusia entró en defensa de los habitantes del Donbás e inició una operación para desarmar a Ucrania, acabar con los fascistas y zafarse el cerco que le ponía la OTAN.

EE. UU. entró en la defensa de los fascistas ucranianos. Atropellando el derecho internacional, decretó sanciones económicas contra Rusia y les prohibió a sus aliados de Europa que compraran el gas ruso que les llegaba rápido y barato por el gasoducto Nord Stream y Nord Stream 2 y pasó a venderles uno escaso y caro. Como era de esperarse, las sanciones norteamericanas han golpeado duramente a la economía de sus aliados de la OTAN, han dañado a sus empresas y han empobrecido a sus pueblos.

Y ahí está una de las más importantes causas inmediatas de la lucha social en Europa: para defender los intereses de EE. UU. en Ucrania, para defender los intereses geopolíticos y económicos del imperialismo, los trabajadores de Europa son obligados a empobrecerse y sacrificarse.

Y, si quedara alguna duda de las diabólicas maniobras de EE. UU., vemos lo que se dice acerca de la importante denuncia de un prestigiado periodista norteamericano: “El pasado miércoles, el reportero Seymour Hersh reveló en un artículo titulado Cómo Estados Unidos eliminó el oleoducto Nord Stream, publicado en su blog personal, que fueron buzos de la Marina estadounidense quienes colocaron los explosivos bajo esta ruta del gas ruso a Europa en junio de 2022. Según una fuente familiarizada con el asunto, la operación se llevó a cabo bajo la cobertura de los ejercicios Baltops 22 de la OTAN. Tres meses más tarde, los dispositivos fueron activados de forma remota para destruir los gasoductos” (RT, 14 de febrero).

EE. UU. destruye la infraestructura y la economía de sus supuestos aliados, pues Alemania, Francia y Países Bajos son copropietarios de los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2. EE. UU. se ceba sobre las clases trabajadoras europeas que se quedan sin energía, sin trabajo, sin beneficios sociales y enfrentan una dura carestía. Una última reflexión sobre estas causas inmediatas: ¿Y quién le filtró a Seymour Hersh esa secretísima información? No debe caber ninguna duda, existe una profunda división en las cúpulas del imperialismo. Síntomas de la decadencia.