Dos horas de exposición a la contaminación del tránsito puede afectar al cerebro

En el primer trabajo de este tipo en el mundo, investigadores de la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Victoria aportaron evidencia que establece una conexión entre la polución ambiental y la cognición.

Bien sabidos son los efectos de la contaminación ambiental en el aire, el agua, así como las consecuencias que genera en el cambio climático. Pero poco se habla de las secuelas que el fenómeno ocasiona en la salud de las personas.

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Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que cada año la exposición a la contaminación del aire causa siete millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludable.

Ahora, un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Victoria demostraron que los niveles comunes de contaminación del tráfico pueden afectar la función del cerebro humano en cuestión de horas.

Los hallazgos del trabajo revisado por pares, y cuyos resultados fueron publicados en la revista Environmental Health, muestran que sólo dos horas de exposición a los gases de escape de diesel provocan una disminución en la conectividad funcional del cerebro, una muestra de cómo la función cerebral se ve alterada por la contaminación del aire.

“Si bien se sabe que la exposición a la contaminación del aire relacionada con el tráfico causa un enorme daño global en la salud humana, los fundamentos neurobiológicos siguen siendo difíciles de alcanzar. El presente estudio aborda este vacío en el conocimiento”, comenzaron argumentando los investigadores lo que los motivó a realizar el trabajo.

Y respecto a sus hallazgos ampliaron: “Observamos disminuciones atribuibles a la contaminación a corto plazo en la conectividad funcional de la red en modo predeterminado. Las disminuciones en la conectividad cerebral provocan muchos efectos perjudiciales para el cuerpo humano, por lo que este hallazgo debería guiar el cambio de política en la regulación de la exposición a la contaminación del aire”.

Para el estudio, que se realizó en el Laboratorio de Exposición a la Contaminación del Aire de la UBC, ubicado en el Hospital General de Vancouver, los investigadores expusieron brevemente a 25 adultos sanos a gases de escape diesel y aire filtrado en diferentes momentos en un entorno de laboratorio. La actividad cerebral se midió antes y después de cada exposición utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).

El doctor Chris Carlsten es profesor y director de medicina respiratoria y presidente de investigación de Canadá en enfermedades pulmonares ocupacionales y ambientales en la UBC, además del autor principal del estudio, y destacó: “Durante muchas décadas, los científicos pensaron que el cerebro podría estar protegido de los efectos nocivos de la contaminación del aire. Este estudio, que es el primero de su tipo en el mundo, proporciona nueva evidencia que respalda una conexión entre la contaminación del aire y la cognición”.

Es que los investigadores analizaron los cambios en la red de modo predeterminado (DMN) del cerebro, un conjunto de regiones cerebrales interconectadas que desempeñan un papel importante en la memoria y el pensamiento interno. La fMRI reveló que los participantes habían disminuido la conectividad funcional en regiones extensas de la DMN después de la exposición al escape de diésel, en comparación con el aire filtrado.

“Hace varios años se hizo un estudio muy similar a este en el que se hacía respirar de caños de escape de diesel a personas durante dos horas, con intervalos de descanso de dos horas, y se vio que durante la inspiración aumentaba significativamente la presión sistólica y diastólica de los individuos”, agregó Esto a la actual evidencia.

Para él, “esto confirma que los cambios de la polución no son solamente acumulativos a lo largo de los años, llegando a producir toda la enfermedad vascular y pulmonar ya descrita sino que también son inmediatos”.