La falta de sueño a largo plazo puede afectar nuestras vidas de forma seria.
Una gran cantidad de estudios científicos en los últimos años han demostrado que no dormir lo suficiente puede provocar una serie de enfermedades que además son potencialmente mortales.
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Sin embargo, la población mundial pareciera hacer oídos sordos: dos tercios de los adultos en todas las naciones desarrolladas no alcanzan las ocho horas recomendadas.
Aproximadamente, uno de cada 4 millones de personas nace con un gen que les permite prosperar con la mitad de esa cantidad de horas de sueño.
Pero para la gran mayoría, dormir rutinariamente menos de seis o siete horas por noche destruye su sistema inmunológico y aumenta significativamente el riesgo de desarrollar numerosas formas de cáncer.
Un estudio en 60. 000 británicos de mediana edad y ancianos encontró que, aquellos que regularmente necesitan dormir siestas durante el día, tenían un 12 por ciento más de probabilidades de desarrollar presión arterial alta que sus pares.
Los investigadores concluyeron que las siestas en sí mismas no eran el problema y sugirieron que eran una señal de mala calidad del sueño nocturno.
La privación del sueño también aumenta el riesgo de que las arterias coronarias se bloqueen y se vuelvan quebradizas, lo que provoca el desarrollo de una enfermedad cardiovascular, un accidente cerebrovascular o una insuficiencia cardíaca.
La interrupción del sueño también puede contribuir a las principales afecciones psiquiátricas, como son la depresión y la ansiedad. Incluso, la privación del descanso se ha relacionado con el suicidio.
Cáncer
Rutinariamente no dormir lo suficiente se ha relacionado con un mayor “desgaste” de nuestras células. Se cree que este tipo de acción en nuestros genes da lugar a tumores cancerosos.
Un estudio de 2019 descubrió que las personas que trabajan en turnos de noche tienen un 30 % más de daño en su ADN, en comparación con las que trabajan en horario normal.
Problemas del corazón
El vínculo entre un patrón de sueño poco saludable y un corazón “enfermo” se está volviendo innegable. A medida que nos acercamos a la mediana edad, y nuestro cuerpo y salud comienzan a deteriorarse, aumenta el impacto de la falta de sueño en el sistema cardiovascular.
Los adultos de 45 años o más que duermen menos de seis horas por noche tienen un 200 % más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral durante su vida, en comparación con los que duermen de siete a ocho horas por noche.
Demencia
Un creciente número de evidencia científica muestra que no dormir lo suficiente en la mediana edad está relacionado con la demencia en la vejez. Se cree que cuando no dormimos lo suficiente, no le damos al cerebro el tiempo para drenar la beta amiloide y otras placas.
Esto permite que las sustancias continúen acumulándose, día tras día, hasta que causen el trastorno que roba la memoria.
Obesidad
La corta duración del sueño puede conducir a la obesidad a través de un aumento del apetito mediante cambios hormonales provocados por la falta de sueño, ya que produce grelina, una hormona que, entre otros efectos, estimula al apetito.
La privación del sueño también se asocia con la deficiencia de la hormona del crecimiento y los niveles elevados de cortisol, los cuales se han relacionado con la obesidad
Inmunidad debilitada
La investigación incluso ha demostrado que las personas que duermen poco tienen menos probabilidades de obtener una respuesta inmunitaria completa de las vacunas.
Los investigadores también han descubierto, en un estudio en 2012, que las personas que duermen menos de seis horas por noche son, en promedio, mucho menos propensas a generar una respuesta de anticuerpos a la vacuna contra la hepatitis B.
Diabetes
La investigación muestra que el sueño profundo deficiente o insuficiente tiene un efecto dramático en el metabolismo del cuerpo y la conversión de azúcar en energía, lo que aumenta el riesgo de diabetes.
Solo tres noches de sueño interrumpido pueden tener el mismo efecto en la capacidad del cuerpo para controlar los niveles de azúcar, que aumentar más de dos kilos de peso y estar en un estado prediabético.
Bajo deseo sexual
No dormir lo suficiente por la noche puede matar el impulso sexual en los hombres. Un estudio realizado por la Universidad de Chicago, en 2011, encontró que aquellos que duermen menos de cinco horas por noche, durante períodos de más de una semana, tienen niveles significativamente más bajos de testosterona que aquellos que descansan toda la noche.
Y dado que la testosterona afecta la libido y los niveles de energía de los hombres, es mucho menos probable que aquellos que no duermen tengan ganas de tener relaciones sexuales.
El efecto es tan drástico que reduce la hormona a niveles parecidos a los de alguien 15 años mayor, según informaron en el Journal of the American Medical Association.