Segunda y Última parte
Nosotros no conocemos lo que entra como presupuesto. Lo real es que no tenemos herramientas, no tenemos refacciones, estamos circulando con 166 trenes sin mantenimiento mayor, circulando con las instalaciones sin el mantenimiento adecuado y también 125 trenes arrumbados en los diferentes talleres”. (El Universal. 18 de enero de 2023). Contundente también.
La falta de presupuesto y, consecuentemente, las accidentes mortales en el Metro de la Ciudad de México, no son una casualidad, ni siquiera son un error, son la consecuencia obligada y necesaria de las políticas de gobierno, de las acciones fundamentales y prioritarias que muy conscientemente ha decidido llevar a cabo el ya fracasado régimen de la Cuarta Transformación.
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El presupuesto de egresos de la federación, se ha dedicado en una muy alta proporción, no a las obras de infraestructura de impacto para la vida diaria de la población, no a los hospitales y al personal médico, no a la educación, no al combate efectivo contra los homicidios y la seguridad pública, sino a construir un nuevo aeropuerto que no tiene demanda, una refinería que ya se sabe que va a costar el doble de lo presupuestado originalmente y que se ve muy difícil que produzca algún barril antes del fin de la administración, un tren turístico que tampoco creo que haya muchos que puedan pagarse un paseo y disfrutarlo, todo ello, sintetizado en grandes ganancias para grandes constructores y, finalmente, la entrega rumbosa de ayudas a ciertos sectores de la población con el propósito de contener la inconformidad popular, mantener bajos los salarios y extorsionar electores a la hora de las votaciones.
Pero lo que es peor y más trascendente, es el sustento sobre el que se quiso levantar toda esta política de gobierno, la orgullosa renuencia a llevar a cabo una reforma fiscal progresiva que aumentara sensiblemente los ingresos públicos y permitiera llevar a cabo inversiones trascendentes en infraestructura social, salud y educación que sí cambiara, o empezara a cambiar verdaderamente, el destino de los mexicanos más pobres, en lugar de eso, mal disfrazada con traje popular, la Cuarta Transformación ha sido el celoso Cerbero de las fabulosas ganancias empresariales.
Dicen que en política no hay casualidades. Sí las hay. Porque la necesidad y la casualidad son dos aspectos contradictorios pero íntima e indisolublemente ligados de un mismo fenómeno. Es más correcto decir que la casualidad es la expresión de la necesidad, o sea, que un fenómeno cualquiera, progresa, se desarrolla, avanza y, en un momento determinado, cambia de cualidad y, ese cambio de cualidad, ese salto, esa nueva forma de aparecer y expresarse, tiene la forma de una casualidad.
En política también. Ciertos fenómenos aparecen como casualidades, aislados, pero sólo porque no se conoce o no se tiene en cuenta el desarrollo general del fenómeno, pero no porque el proceso no exista.
En consecuencia, no fue casualidad que precisamente cuando la señora Jefa de Gobierno se aprestaba a aleccionar a los michoacanos sobre sus “Políticas exitosas de gobierno” en la ciudad de Morelia, a más de 200 kilómetros de distancia, en la Ciudad de México, en el túnel que llega a la estación La Raza, un convoy del Metro se impactara contra otro en la más completa oscuridad, dejando un muerto y más de cien heridos. Consecuencia obligada y necesaria de las políticas de gobierno y precisamente de las que se insiste en divulgar como exitosas.