(Smith DG. New York Times 2023; 20 de enero)
Después de décadas de investigación confusa y, a veces, contradictoria el panorama está más claro: incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden tener consecuencias para la salud.
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Investigación publicada en noviembre reveló que entre 2015 y 2019, el consumo excesivo de alcohol provocó cerca de 140,000 muertes anuales en los Estados Unidos de Norteamérica.
Alrededor del 40 por ciento de esas muertes presentaron causas agudas, como accidentes automovilísticos, envenenamientos y homicidios.
Pero la mayoría fueron causadas por padecimientos crónicos atribuidos al alcohol, como enfermedades del hígado y del corazón, así como cáncer.
Resulta evidente las terribles consecuencias para la salud vinculadas al consumo excesivo de alcohol, los riesgos para la salud también pueden provenir del consumo moderado.
El consumo excesivo de alcohol significa cualquier cosa por encima de los límites diarios recomendados por las Pautas Alimentarias, más de dos bebidas al día para hombres y más de una bebida al día para mujeres.
Los límites diarios recomendados tampoco deben promediarse a lo largo de la semana. En otras palabras, ante la abstinencia de lunes a jueves, pero tomar tres copas por noche el fin de semana, es consumo excesivo.
Los científicos creen que el principal modo en que el alcohol causa problemas de salud es por daño al ADN. El alcohol, se metaboliza en acetaldehído, que es un químico tóxico para las células. El acetaldehído daña ADN y puede ser irreparable.
El alcohol también crea estrés oxidativo, otro tipo de daño en el ADN que puede ser particularmente nocivo para las células que recubren los vasos sanguíneos.
El estrés oxidativo puede conducir a la rigidez de las arterias, lo que resulta en hipertensión y daño cardiovascular.
Pequeñas cantidades de alcohol, aumentan el HDL (lipoproteína de alta densidad que tiene protección cardiovascular), aunque incluso los niveles bajos de consumo de alcohol aumentan ligeramente el riesgo de hipertensión arterial y cardiopatías, riesgo que aumenta drásticamente para las personas que beben en exceso.
El alcohol contribuye en más de 75,000 casos de cáncer por año y casi 19,000 muertes por la misma causa. El alcohol es una causa directa de siete tipos de cáncer: cabeza y cuello (cavidad oral, faringe y laringe), esófago, hígado, mama y colorrectal.
En el caso de algunos cánceres, como el de hígado y el colorrectal, el riesgo solo comienza cuando se bebe en exceso, en el caso del cáncer de mama y de esófago, el riesgo aumenta, aunque ligeramente, con cualquier consumo de alcohol. Los riesgos aumentan cuanto más bebe una persona.
En los EEUUA, la causa individual más común de muerte relacionada con el alcohol es la enfermedad hepática alcohólica, que mata a unas 22,000 personas al año.
Si bien el riesgo aumenta a medida que las personas envejecen y la exposición al alcohol se acumula, más de 5000 estadounidenses de entre 20, 30 y 40 años mueren anualmente a causa de enfermedad hepática causada por el alcohol.
La enfermedad hepática causada por el alcohol tiene tres etapas: hígado graso alcohólico, cuando la grasa se acumula en el órgano; hepatitis alcohólica, cuando comienza la inflamación, y cirrosis alcohólica o cicatrización del tejido. Las dos primeras etapas pueden ser reversibles si deja de beber por completo; la tercera etapa no lo es.
Los genes también influyen. Por ejemplo, dos variantes genéticas, ambas más frecuentes en personas de ascendencia asiática, afectan al modo en que se metabolizan el alcohol y el acetaldehído.
Una variante genética hace que el alcohol se descomponga en acetaldehído más rápidamente, inundando el organismo con la toxina.
La otra variante ralentiza el metabolismo del acetaldehído, lo que significa que la sustancia química permanece más tiempo en el organismo y prolonga los daños.
Alcohol y síndrome metabólico
(Aberg F et al. J Hepatol 2023; 78: 191-206)
El alcohol y factores metabólicos se relacionan a desenlaces hepáticos, con incremento de síndrome metabólico, lo que incluye la obesidad central/abdominbal, lo que a su vez es mejor predictor de desenlaces hepáticos más que el índice de masa corporal, con inicio y progresión a daño hepático crónico.
Tanto el consumo de alcohol como el síndrome metabólico son muy prevalentes en la población y frecuentemente co-existen. Ambos se implican en problemas de salud, tales como la enfermedad hepática y carcinoma hepatocelular.
La susceptibilidad para daño, incluyen al género, genética y múltiples modificadores ambientales. Loa Organización Mundial de la Salud recomienda no beber más de 20 gramos por día de etanol (equivalente a una bebida) para las mujeres y 30 g/d para hombres.
Alcohol y HDL-colesterol y subespecies
(Wilkens TL et al. Curr Probl Cardiol 2023; 48: 101395)
Dosis bajas de bebidas alcohólicas se asocian a menor riesgo coronario (cardiovascular), lo que ha sido correlacionado en parte al aumento en la lipoproteína de alta densidad (HDL-colesterol), pero las moléculas de HDL son heterogéneas con propiedades estructurales y funcionales distintas, con mas de 100 diferentes proteínas o partículas unidad a HDL.
Lo anterior incluye a apoC3, apoE y apoJ, las que incluyen en riesgos variables para enfermedad cardiovascular cardíaca.
Las subespecies HDL sin o con apoC3, apoE y apoJ, se asociaron positivamente a la ingesta de alcohol, con ~1% por bebida adicional semanal o ~7% por bebida adicional diaria.
ApoA1 se asoció a incremento de 1% de HDL por incremento adicional de una bebida por semana y apoC3 a 0.5%.