(Brett AS. J Watch. N Engl J Med)
En el estudio VITAL, se incluyeron 26,000 personas con promedio de edad de 67 años y se aleatorizaron para recibir vitamina D 2000 UI o placebo, durante 5 años.
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A corto plazo, la vitamina D no tiene efecto sobre la incidencia de fracturas no vertebrales, de cadera ni otras, sin observar beneficio alguno adicional.
En estudio australiano “D-health”, con alrededor de 22,000 adultos, con edad igual o mayor a 60 años, quienes recibieron vitamina D 60,000 UI o placebo, se observó que la mortalidad fue la misma a 6 años en ambos grupos (5%), aún en personas con niveles por debajo de lo habitual (<20
ng/ml).
De igual manera enfatizo que puede haber cierto beneficio de la vitamina D en salud ósea metabólica en personas que consumen glucocorticoides a dosis relativamente bajas; pero NO resulta en ningún beneficio el dar calcio en sujetos que no están desnutridos y este mineral puede relacionarse con aumento de problemas cardio y cerebrovasculares.
¿Estamos mejor o peor?¿El mundo ha entrado a una era de turbulencias inusuales o solo se siente como si así fuera?
(Fisher M, New York Times)
Es fácil concluir que algo anda mal, la pandemia, la aceleración de las crisis por el cambio climático, la escasez mundial de cereales, la guerra de Rusia contra Ucrania, etc., etc.
Esa sensación de caos puede ser difícil de conciliar con los datos a largo plazo que muestran que, en muchos indicadores, el mundo en general está mejor. La guerra es más inusual y según algunas medidas, menos mortífera de los últimos 50 años.
La esperanza de vida, la alfabetización y el nivel de vida están aumentando hasta alcanzar máximos históricos. Menos hambre, menor mortalidad infantil y menor pobreza extrema. Las mejoras significativas tienden a ser graduales, se desarrollan a lo largo de generaciones, cientos de millones de personas viven más sanas y seguras.
Gracias a internet y al consumo de noticias mucho mayor que antes, en un mundo digital de constantes y nefastas actualizaciones, con redes sociales y portadas de los sitios de internet con flujo constante de calamidades, lo que alimenta —aunque a veces errónea— la sensación de amenaza, como si el propio mundo se cayera a pedazos.
A mediados de los años 90 se produjeron genocidios en Ruanda y Bosnia, años de guerra en Europa en medio del colapso de Yugoslavia, hambrunas devastadoras en Sudán, Somalia y Corea del Norte, guerras civiles en más de una decena de países, golpes de estado…
Sin embargo, la sensación de que el mundo va peor no es universal, la experimentan sobre todo los residentes de países ricos como Estados Unidos, pero la mayoría de los habitantes de países de ingresos bajos y medios, como Kenia o Indonesia, tienden a expresar su optimismo sobre el futuro, tanto para ellos como para sus sociedades. Estos países representan la mayor parte de la población mundial, lo que sugiere que el optimismo es el estado de ánimo global predominante.
A pesar de todas las métricas que muestran una mejora constante en el mundo, hay una en la que el mundo enfrenta realmente una erosión dramática y desestabilizadora: la democracia.
Durante siete décadas, el número de países considerados democráticos creció. La calidad media de estas democracias —la imparcialidad de las elecciones, el estado de derecho y otros aspectos similares— también mejoró de forma constante. Sin embargo, este avance comenzó a ralentizarse desde hace 20 años; desde hace cinco o seis años, los investigadores han descubierto que el número de democracias en el mundo se ha reducido por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Las democracias existentes también se están volviendo menos democráticas, así como más polarizadas y más propensas a la disfunción política o a la ruptura total. Desde luego, esto se suma a las malas noticias que anteriormente enumeramos y condiciona más angustia y pensamientos negativos.
Eficacia de la vacunación vs la COVID en asilos
(JAMA Network Open. 2022;5(12):e2249002. doi:10.1001/jamanetworkopen.2022.49002)
Más de 2.16 millones de infectados en asilos y más de 155,000 muertes se asociaron a la infección por COVID, ante lo que hicieron que los residentes y cuidadores fuesen de los primeros en vacunarse, lo que se ha alcanzado en más del 85%, hecho que disminuyó substancialmente las manifestaciones, la gravedad y mortalidad por esta infección.
En el análisis primario de 15,042 residentes, previo a la variante Ómicron, se logró disminución de 10% con sólo 0.13 casos por 1000 residentes semanalmente, lo que se ha mantenido a pesar del incremento de riesgo de contagiosidad.