AÑO NUEVO… La Fiesta de la RENOVACION

Rituales que emergen desde el panteísmo y el capricho de los antiguos gobernantes Costumbres que se tornan difíciles de cumplimentar por su multiplicidad y rareza Festejos que, aún tergiversados por el comercio, buscan promover valores sociales

Por alguna razón de hondas raíces antropológicas, el año viejo se despide con estruendos de cohetería y se recibe al nuevo año con un rosario de prácticas que aduermen en el pasado remoto, en las adaptaciones y en las francas  invenciones.

Debe el lector acudir a su capacidad de imaginación, al don de la abstracción con el que ha sido dotado el ser humano para resolver, llegadas las 12 de la noche todas, o por lo menos algunas, de las grotescas costumbres que se ofrecen en el tránsito entre el año viejo y el nuevo.

PRÁCTICAS DESAFIANTES

Pruebe, por ejemplo, calzarse la ropa interior, masculina o femenina, según el caso, roja o amarilla para concitar el amor o la fortuna, pero siempre que estas prendas le sean obsequiadas, al mismo tiempo que se “empaca”, con cada campanada del cucú o de la Iglesia, doce uvas, esparce unas monedas en la casa, barre el polvo hacia afuera, corre como loco con maletas vacías alrededor de la cuadra para asegurarse que partirá en un viaje de placer, y verá lo que le digo.

Aún hay que apuntar muchas otras costumbres y obligadas prácticas como la enterrar alguna gema en el jardín, sostener una vela o un cirio para esperar a ver por dónde “ha entrado el año”. Hay prácticas más agradables –pero no siempre al alcance—, como la de estrenar joyería de oro.

UNIVERAL Y DIVERSO

Pero ¿esto se celebra en todo el mundo cada 31 de diciembre a las 12 de la noche? No; algunos radicales ortodoxos celebran el 14 de enero al mantener el calendario juliano; la celebración del Año Nuevo Vietnamita, celebrado junto al Año Nuevo Chino, pero este no tiene una fecha exacta. El Año Nuevo Islámico se celebra el 1 de Muharram, a fines de enero e inicios de febrero.

La celebración del Año Nuevo Tibetano se celebra entre enero y marzo. La celebración del Año Nuevo Iraní, el 21 de marzo. En Tailandia, Camboya, Birmania y Bengala se celebra entre el 13 y 15 de abril.

Para nuestra orbita cultural, el Año Nuevo comenzó a celebrarse en el año de 1582, cuando el Papa Gregorio reformó el Calendario luego de que Julio César, en el año 46 A.C., junto con el matemático Sosígenes, reformó el calendario extendiéndolo a 445 días y haciendo comenzar el año 45 A.C. en el primero de enero.

La celebración romana se orientó al culto en doce altares a Jano, dios del pasado y el futuro.

Para honrar a Jano, la gente estrenaba ropa, las esposas recibían dinero de sus maridos. Todos los ciudadanos se cuidaban de cruzar las puertas de sus casas con el pie derecho, para asegurarse la suerte.

Para los autóctonos americanos, el año nuevo sólo coincide con las ceremonias de fuego nuevo (de renovación del sol) cada 52 años de acuerdo con los calendarios mexicas (aztecas) civil (solar) y lunar.

La comunidad purépecha, en cambio, celebra cada año las fiestas del Kurhikuaeri K’uinchekua, -renovación de Kurhikua (Fuego ), con lo cual inician el Juchari Uéxurhini (Año Nuevo)-, que rememora la historia del antiguo pueblo, en que se realizaba un gran rito al Fuego, para pedir a Kurhihua que dirigiera personalmente la guerra para ganar batallas y extender su territorio.

LA SABIDURÍA DE LAS ETNIAS

Sabiamente las tradiciones que perduran desde las etnias americanas (aunque no ciertamente en su totalidad) han vetado el uso de alcohol y enervantes, la intromisión de asuntos políticos y partidistas aje-nos a sus comunidades; las celebraciones étnicas no admiten la presencia de las autoridades eclesiásticas y civiles y su asistencia es condicionada a la de actuar, despojados de sus investiduras, como simples y sencillos pares de los concelebrantes; también se ha cuidado de que estas ceremonias no sean objeto de promociones turísticas, ni permiten las actividades de comercio, con la salvedad de las fiestas patronales.

 

EL CULTO SOLAR

 

Se trata, como se desprende, de un doble culto: al sol y a la guerra, al antiguo dios romano Marte; a Horus, el dios egipcio del sol, a Huitzilopochtli o Kurhikua, entre otras deidades autóctonas, y a aquel recién nacido en Belén: Jesús, descrito por la comunidad católica como el sol de la verdad que despeja las tinieblas o como la luz del mundo.

 

Por ello, la persistencia entre las costumbres de la celebración del mineral de oro, la ropa nueva, el dinero y el simbolismo de la ropa interior (roja, para convocar al amor o amarilla, para concitar la fortuna, siempre que estas prendan sean obsequiadas), la ropa nueva (que sugiere la renovación de las personas), el barrer el polvo de la casa de adentro hacia afuera (para sacar la mala suerte, la tristeza y la enfermedad), el comer doce uvas para honrar a Jano en sus doce templos, pero también a cada uno de los discípulos originales de Cristo.

 

Se han entreverado las costumbres, los ritos, los mitos, las mitologías con  muchas prácticas de comercio.

 

PROMOCIÓN DE VALORES

 

La idea general de esta celebración, sin embargo, sigue teniendo en la mira la promoción de las buenas costumbres, los valores de la solidaridad, la unión, el amor, la capacidad de perdón, la caridad, la valen-tía, el tesón, la perseverancia, la equidad, la justicia, el esfuerzo para generar el progreso en común, despojados del egocentrismo. Para concitar a la esperanza y la transfiguración de las personas y los pueblos