Antonio Barberena rescata danzas de la Guerra de Reforma

Se trata de un disco con música de época y obras de compositores olvidados como Jesús Valadés y José María Pérez de León

La música que causó furor entre la juventud mexicana de mediados del siglo XIX se componía de valses, polcas y mazurcas que invitaban a bailar, dar vueltas y a sonrojarse en los salones de la época, parte de las cuales son recuperadas por el acordeonista e investigador Antonio Barberena en el disco Tempus Belli. Música en la Guerra de Reforma (México 1858-1861).

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Se trata de un disco, publicado por el sello Tempus Clásico, con música de época que incluye obras de compositores olvidados como Jesús Valadés, José María Pérez de León, Jesús Rivera, Agustín Benites, Alejo Infante, Joaquín Ordaz, Faustino Erezuma y Cenobio Paniagua.
La música de salón llegó a México hacia 1843, poco antes de la Guerra de Reforma, explica Barberena, precisamente en uno de los últimos periodos de gobierno de Antonio López de Santa Anna, cuando la música de salón ya no tiene nada que ver con las creaciones a cargo de la Iglesia ni de la corte, sino con un estilo distinto.

“Esta música llegó a México procedente de París, la cual recibió la clase aristocrática y, posteriormente, permeó en el pueblo”, apunta el investigador e intérprete del álbum que también puede escucharse en Spotify.

El álbum está conformado por 21 temas, “prácticamente con sólo música mexicana, aunque hay algunas piezas europeas –como la Polka Nationale de Baden Baden No.1, de Henri Bohlman; y The Original Polka No. 1, de Louis-Antoine Jullien–, pero en éste se agrupan esos ritmos que, con el tiempo, derivaron en nuestra música mexicana, sobre todo, del norte del país.

“La tenemos muy bien conceptualizada en las polkas, redobles y mazurcas. Sin embargo, esta música son las primeras piezas de esa nueva generación de compositores que crearon obras sin la influencia española, la indígena y la mestiza, sino de aquella que venía de Europa del Este en dicho momento (Polonia y la entonces Checoslovaquia)”, apunta.

Algo peculiar es que la mayoría de los temas fueron dedicados a algún personaje histórico, como Benito Juárez o Miguel Miramón.
Por ejemplo, la polka-mazurca La Constancia que José Ponce de León dedicó al presidente Juárez en el día de su cumpleaños; la obra Al genio de la Guerra, de Jesús Valadés, dedicada a Miramón y estrenada el 2 de febrero de 1859 en el Gran Teatro Nacional; y el vals La Concha Nácar, de Faustino Erezuma, que fue dedicada a Concepción Lombardo de Miramón.

Esta última fue importante por ser una de las obras dedicadas a las primeras damas, comenta Barberena, y se nota la influencia de Johann Strauss en la música mexicana.

“Yo creo que es uno de los primeros valses donde ya están integradas una serie en secciones al estilo Strauss que, a final de la centuria fue retomado por Juventino Rosas, como en el vals Carmen o Sobre las olas, que son valses internacionales”, explica.

¿Qué tan común era la dedicatoria de las piezas a ciertas figuras de aquel momento?, se le pregunta al investigador y también autor de discos como Alba Patria, Soirée, un baile en el porfiriato y Don Porfirio y la música de su tiempo.

“En esa época era común la dedicatoria de obras y en el repertorio que escogí, la gran mayoría, como lo indian sus títulos, los destinatarios son personajes que están en ese momento peleando, así que encontramos piezas dedicadas a Miramón, quien en ese momento es presidente de los conservadores, pero también al bando de los liberales, como la pieza dedicada a Benito Juárez el día de su cumpleaños, y otra más dedicada a los Mártires de Tacubaya”, comenta.

Lo cierto es que prácticamente todas las piezas tuvieron un destinatario y hasta cierto punto era algo usual, “lo que también denota cómo no sólo en los campos de batalla, sino también en la música hubo una especie de batalla musical, lo cual se me hizo interesante para reflejar la historia mexicana del momento, que derivó en un repertorio histórico que ha quedado en el pasado y esperemos que no en el olvido”.

Sin embargo, algo que queda pendiente de este periodo, anota Barberena, es la revisión de las óperas que fueron ampliamente difundidas en los teatros, encabezadas por el repertorio de Gioachino Rossini.