Buena Nueva

Este es el Cuarto Domingo de Adviento -Ciclo A-, estamos en la antesala del nacimiento de Jesús, el cual hemos estado esperando en este tiempo, o bien re-cordando (volviendo a pasar por nuestro corazón), para que nazca en nosotros. Al leer, te invito a contemplar, con tu imaginación, la escena: viendo el lugar, escuchando los diálogos, mirando a las personas, percibe sus expresiones y respuestas, ante lo que ocurre…

Evangelio según san Mateo 1, 18-24

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Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Reflexión:

¿Cómo está Dios, en mí?

Hoy, en el evangelio leemos como Jesús, el Emmanuel, se encarna en un ser humano y se cumple la profecía de Isaías (7, 10-14), naciendo de una mujer, como cualquiera de nosotros, en una familia, con madre y padre. Al Dios-con-nosotros, es a quien esperamos, pero con esperanza, como escribió Paulo Freire que afirma: “es necesario tener esperanza, pero no del verbo esperar (que algo suceda, en forma pasiva)… sino de la espera activa para ¡levantarse, intentar, construir, sin rendirse! Esperar es avanzar, esperar es, juntarse con otros para hacerlo de otra manera […]” (cfr. Pedagogía de la Esperanza.1992)

Contemplamos hoy a tres personas del evangelio que, con lo que dicen y hacen, nos muestran activamente el hacer realidad la espera activa…

• Un ángel, un “mensajero” (del griego antiguo ἄγγελος), que primero invita a María a ser la madre del Salvador y después le aclara a José, que el hijo a quién “espera” su esposa, “salvará a su pueblo de sus pecados” …
• María, la joven, sencilla y humilde, que ya había dado el sí, a la invitación del ángel, para ser la madre de Jesús … “soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 26-38)

• José, hombre justo, protege a María, en la circunstancia difícil que vivían; está atento las voces (en sueños) que le hablan… e “hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”.

Así, cada uno de nosotros, podemos ser parte de la “historia de salvación”, propia y de los demás, al escuchar las invitación que se nos hace, respondiendo con un sí, confiando, haciendo lo que nos toca y podemos … dejándonos salvar y colaborando en la obra salvadora de Dios.

¿Estoy bien preparado para recibir a Dios-en-mi corazón? … ¿En qué puedo colaborar a la unión familiar y comunitaria?… ¿A quién y qué puedo compartir algo para la próxima Noche Buena?

BuenDomingo #BuenaSemana

PD Escucha y ve esta bella canción de Rosy Domínguez, https://bit.ly/CancionUnRatito

Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org

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