Borrón y cuenta nueva

Yo nací en una familia hermosa y funcional, donde el respeto, el amor y la disciplina era algo muy valorado. Mi familia conformada por mis papás y mis 2 hermanas mayores. Esa etapa transcurrió siempre sin novedades ni altibajos en donde en ocasiones nuestros problemas simplemente se reducían en cuestión financiera que con un poco de moderación se solucionaba, mi padre que en paz descanse era un hombre culto y con profundo amor y dedicación a su familia donde él junto a mi madre y Dios hicieron una burbuja en nuestro hogar, libre de maldad, vicios, traumas y malos sentimientos, simplemente una verdadera familia.

Recuerdo bien las fiestas de mis papás, cuando mi mamá le hacía ver que era tarde y teníamos que irnos el simplemente le entregaba las llaves pues de esa manera se sentiría más tranquila de manejar ella misma y mi papá llegaba a casa por su vasito de leche y a dormir, sin problemas ni crudas simplemente fin de la fiesta. Años después comprendí que esos sucesos aparentemente tan sin sentido marcarían la diferencia en mi vida ya que yo al casarme y emprender mi nueva familia comencé a notar cosas en mi esposo que no me gustaban, que no me parecían normales y que además no estaría dispuesta a continuarlas viviendo.

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A los 17 años lo conocí, tuvimos un noviazgo de lejos, solo convivíamos una vez al mes y solo el fin de semana así que se pudo disfrazar mucho la adicción de él. Ya casados en nuestra primera navidad juntos fue la vez que lo vi perder el control y ver como todos notaba que estaba ebrio menos él. Transcurrió ese día y uno de esposa empieza a justificar diciendo “pobre, es navidad, merece relajarse” etc. etc. etc. mil excusas que empecé a poner para tapar lo que sucedía pues sinceramente yo misma no tenía idea de la magnitud de la situación.

Siguieron transcurriendo los meses y yo notaba que su manera de beber no tenía con-trol, que era tomar hasta que no hubiese más, lo cual era distinto a mi papá y me hacía recordar a algunos tíos que si tenían problemas con el alcohol y que terminaban las fiestas en lágrimas, mis primas avergonzadas de él, mis tías muy enojadas y decepcionadas. Por algún momento pensé que así sería mi vida lo cual me llenó de tristeza ya que eso no era lo que yo deseaba para mis hijos y además yo proviniendo de un hogar tan hermoso sabía que un matrimonio funcional si existía y si se podía ser realmente feliz.

En muchas ocasiones a deshoras de la noche salí a buscarlo, preocupada que algo le pasara, recuerdo experimentar varias sensaciones a la vez pues empezaba con cierta preocupación de que no llegara, después sentía coraje de que otra vez me dejara sin importarle y finalmente una gran decepción de sentir que nada lo haría cambiar, no le importaba, no me quería.

Hubo una ocasión en especial que salí a llamarlo a un teléfono público y al no encontrarlo llamé a otra esposa en la misma

situación, recuerdo que yo lloraba y ella contestó con voz adormilada y me decía que de seguro ellos estaban juntos, que él, tampoco había llegado y recuerdo perfectamente su voz sin preocupación alguna de donde estuviera se esposo, (actualmente divorciados) ella estaba tranquila disfrutando la noche y me dijo que no me preocupara que de seguro han de andar de parranda y llegarán más noche, por un momento me desconcertó su tranquilidad pues imaginaba estaría igual que yo, ¿que acaso la loca y exagera-da era yo? Trataba de calmarme, dormir y pensar en que no pasaba nada, sería otra borrachera y ya, pero en verdad no podía, mis ganas de tener un matrimonio hermoso eran más grandes que mi tristeza.

Por mucho tiempo eso nos causó problema, al decirle que buscara ayuda, que yo estaba dispuesta a acompañarlo y apoyarlo, él con sus argumentos como todo buen adicto me decía que no me enojara y preocupara tanto pues el cumplía con el dinero para la casa, con llevarme de vacaciones y atender las necesidades esenciales de nuestro hogar, pero para mí eso no era suficiente.

Cabe mencionar que como vengo de una familia tan hermosa me sentía con un compromiso doble de tener éxito en mi matrimonio y en todo lo que me propusiera, ¿Cómo decirles la verdad? ¿Cómo decir que me equivoqué? ¿Cómo decir que me voy a divorciar? Además de que salvo ese pequeño detalle de la adicción, realmente mi marido era y es un hombre hermoso, que me amaba y eso hacía más difícil la decisión de dejarlo, así que me armé de valor y hablé con mi mamá, la hice venir desde Guadalajara y le conté la situación, ella sin hacer gesto alguno se redujo a preguntarle a mi es-poso si aún me amaba, luego lo mismo me pregunto a mí, ambos contestamos que sí, entonces ella con voz tranquila pero firme le dijo, si tu no la quieres y cuidas yo la acepto de regreso en mi casa, mi hija siempre será bienvenida, no la quiero ni para mártir ni para santa así que si no la quieres tu yo sí.

En pocas palabras ese día dejé de ponerle colchón a su caída y permitirle tocar fondo y caer, sería la última carta a jugar y afortunadamente fue una de las cosas que le motivaron más, lo hicieron tomar la decisión de cambiar y asistió a AA. Después de que él fue a AA e hizo cuarto y quinto paso, fui yo, quería ver la maravilla que habían hecho con él y fue ahí don-de yo comprendí mis propios errores y como los que rodeamos a un adicto contribuimos en su problema al taparle y justificarle, vi también mis errores al criticarlo siempre y compararlo con mi familia lo cual era muy hiriente para él.

Los dos hemos hecho un borrón y cuenta nueva y les puedo decir que actualmente tenemos el matrimonio que los dos hemos deseado y que el cambio con la ayuda de Dios y la derrota personal sí es posible, sé también que como esposa juego un papel sú-per importante con mi apoyo, celebro sus triunfos y aniversarios, me agrada hacerle sentir lo valioso que es para mi familia todo el es-fuerzo que él hace día con día, hemos visto tantos divorcios de amigos y amistades por esa causa y sabemos que de no haber hecho el cambio esa sería nuestra realidad. Me alegra que mis hijos vean nuestras fiestas y reuniones, que sean testigos y sepan que no se necesita ninguna sustancia para divertirse, que el alcohol no es malo pero que su papá no lo consume y su mamá tampoco por solidaridad a él, además estoy segura que lo que mis hijos vivan en su infancia determinará su futuro y la de sus familias.

Ánimo, el cambio está en tus manos solo basta que realmente lo desees. Perla

Progresiva, incurable, mortal… Cruel

Esto se dio en San Luis potosí, tenía tiempo de no encontrar trabajo, fue por el año de 1977 más o menos, había sido despedido del último, por un cambio de gobierno, aunque mi actitud de alcohólico ya era muy vista,  aún no daba el campanazo, mi novia se daba cuenta de mi manera acelerada de beber y en consecuencia mostraba cara de angustia y desesperación, pero lograba convencerla de que dejaría de beber y que conseguiría pronto trabajo y todo marcharía bien. En ese tiempo me dediqué diario a andar en las cantinas y bebiendo, siempre arrimándome a quien sí traía dinero y como se dice… coleándolos; recordé que tenía un amigo en la ciudad de Durango y aproveché un viaje de invitación a Torreón y de regreso me quedé a visitarlo y pedirle trabajo.

Le dio gusto ver-me, era un hombre exitoso y bien intencionado y me dijo que me quedara en su oficina a ayudarlo y cuando saliera una plaza por ahí me la daría. Mi amigo había sido compañero y jefe en San Luis Potosí, pero ignoraba que en el tiempo que no nos frecuentamos, mi manera de beber se había descontrolado, como todo alcohólico que aún no acepta que lo es, ni siquiera le comenté que aún bebía, mucho menos que bebía en exceso.

Me aguantaban por el apoyo de mi jefe, que me había recomendado y yo alardeaba que no me podían hacer nada porque “yo estaba bien parado”, tarde pero se enteró mi jefe de mi situación de alcohólico y me mandó llamar a su oficina, y me dijo: Adolfo estás bebiendo demasiado, te dije que aquí en Durango la vida no es fácil, me estás perjudicando, le contesté que no era verdad, que eran unas convivencias con los compañeros, (en ese tiempo yo, ya bebía diariamente dos litros de tequila), pero que podía dejar de beber cuan-do yo quisiera y que se lo iba a demostrar. Esta vida continuó así por unos meses, no comía, no me aseaba, en la oficina se estaba fraguando mi despido, solo esperaban acordarlo con mi jefe.

Ahora sé, el aspecto físico que presentaba ese día a las seis de la mañana, comencé mi acostumbrado vómito y a calmármelo con media botella de ginebra, cuando vi que lo que arrojaba era sangre, sentí como que me habían pegado en la cabeza con algo contundente y caí al piso, unas horas más me levanté y seguía arrojando sangre, mucha, nadie me había pegado solo me desmayé, se me dificultaba caminar, e hice el esfuerzo y pensé. Voy al ISSSTE  a que me quiten el vómito y luego a la cantina a curármela.

Llegué a urgencias del ISSSTE  y me anoté para consulta en la fila de espera, fui al baño y nuevamente el vómito de sangre, me tocó la atención del médico de guardia y me dijo que yo ya le había dado el diagnostico de lo que tenía pues en su consultorio arrojé medio litro de sangre por la boca.

Me internaron, me hicieron lavados nasogástricos de agua con hielo durante una semana, me pusieron suero y cuatro litros de sangre pues parecía llave de agua, un catéter por el brazo izquierdo directamente al corazón, no recuerdo que más me canalizaron pues perdí el conocimiento durante un mes no sé qué pasó. Una noche desperté, me vi en una desesperación que no se la deseo a nadie, me arranqué todas las canalizaciones que tenía incluyendo el catéter al corazón, dejando un rastro de sangre por todo el cuarto y me fugué con un pantalón que estaba en el pequeño closet y una bata.

No sé cuánto tiempo deambulé por la ciudad pero debió haber sido veinte días o un mes. No recuerdo nada, tampoco nadie me comentó pues solo me conocían en las cantinas. Recobré un poco el sentido y me regresé al sanatorio pidiendo disculpas, me agarraron, me internaron y me aplicaron el mismo tratamiento.