Ímaz transforma el juego del esférico, que dejó de rodar y ahora da paso a una raíz.
Balones de futbol inservibles para el juego adquieren nueva vida con plantas que crecen en su interior en la reciente exposición del artista Rodrigo Ímaz, quien instaló 50 esféricos que se trasladaron de la cancha a los patios del antiguo Palacio de la Autonomía, en el Centro Histórico.
En plena efervescencia mundialista se inauguró Balón ponchado, con la presencia del artista, quien relató que el padre de un amigo le contó que décadas atrás, cuando era la Preparatoria 2, los alumnos jugaban cascarita en el patio. Hoy es el área de las ruinas del ex convento, espacio cultural que alguna vez fue parte del corazón de Tenochtitlan.
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“Ahora, cuando se poncha el balón ya no termina la partida, la cascarita, sino que se transforma en otro juego: convertir la pelota en maceta, cuenco y contenedor para la vida”, señaló Emilio Araujo Espinosa en el texto curatorial.
Mientras Fernando Gálvez de Aguinaga comentó que “colocar el balón en esta cancha discursiva, en el momento en que millones de personas ponen su atención en el Mundial de Futbol en Qatar, propone resignificar la pelota, dejar de jugar y cuestionar si somos capaces de reciclarnos como especie, transformar radicalmente el sistema que estamos usando para organizarnos como sociedades, o la esfera terráquea nos verá desaparecer y se reconstituirá sola, usándonos de abono para el siguiente ciclo planetario”.