Obsesiones impetuosas: Embellecer el Centro Histórico

En la últimas semanas se ha destacado una competencia de declaraciones entre quien despacha en Palacio de Gobierno del Estado y el de Palacio Municipal, con anuncios de “tumbar inmuebles céntricos y construir nuevos en menos de un año”, “reconstruir la Alameda Central”, “rescatar vialidades y espacios del Centro Histórico”, “desalojar el comercio ambulante”, y más. Todo con la idea de embellecer el Centro.

Los primeros en poner manos a la obra, han sido cuadrillas de empleados de varias direcciones del ayuntamiento capitalino para “rescatar la imagen del Centro”, y así se han dedicado a limpiar los pisos de cantera (que lo único que salta a la vista es su deterioro), arreglar jardineras (que por cierto quedaron peor que antes) y pintar fachadas con distintos colores y tonalidades. Y también soltaron a grupos de inspectores de la Dirección de Comercio y policías – algunos de ellos con sus patrullas arriba de las aceras- para quitar de sus puestos de trabajo a modestos comerciantes que tienen años trabajando en la vía pública.

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En estos trabajos de “rescate del Centro Histórico” dicen muy estirados los funcionarios de la Dirección de Comercio que están cumpliendo con su misión y con las obsesiones de sus mandos superiores, y como prueba de su desempeño, publican imágenes de céntricas calles a temprana hora – cuando no hay gente ni actividad comercial- y escriben pies de foto, diciendo que “El Centro Histórico luce más ordenado y más limpio”; claro, limpio como un pueblo fantasma dado que no hay comercio y se ven las cortinas de los negocios cerradas. Estas son las “grandes acciones” y alucines de funcionarios que en sus ansias por quedar bien “con los de arriba”, pretenden presentar a los potosinos una realidad ficticia e irreal.

Que de hermoso se puede encontrar en el Centro Histórico si en plena Plaza de Armas existen problemas de drenaje – como lo es el acceso al Pasaje Hidalgo-, el deterioro de sus jardines y su Quiosco que tiene años que no se arregla; los colores vario pinto de las fachadas de varios negocios, la basura por doquier y la existencia de basureros inservibles en el Pasaje Hidalgo, falta de alumbrado y seguridad pública, falta de estacionamientos y la existencia de los parquímetros que no tienen nada de “monumentos históricos”, pero en fin, se vale alucinar.

Dicen los alucinados que ya que se ve más “hermoso el Centro” dado que se ya se desalojó a comerciantes en la vía pública por estorbosos, y que van por más, que van por todos; porque afean la ciudad. Ansias y fijaciones insanas de políticos y autoridades en la búsqueda por chulear la ciudad que vengo escuchando desde hace más de 30 años, entre ellos, al expresidente municipal panista Mario Leal Campos, quien de manera violenta desalojó hace tres décadas a los ambulantes del Centro. De estas acciones represivas contra miles de familias que tenían como fuente de sustento la venta de sus mercancías en la vía pública, se fueron a la ruina. ¿Y nuestro Centro, mejoró su imagen? ¿Quedó limpio, ordenado, iluminado y seguro? Nada, quedó igual o peor.

El comercio en la vía pública no existe por gusto de los modestos comerciantes, quienes al permanecer en la calle trabajando por muchas horas, se exponen al frío, al calor, a los robos y más, con tal de llevar el pan a la casa, a falta de empleos bien renumerados.

Hoy según datos de la STPS, más del 60% de familias potosinas se ocupan en los llamados empleos informales, como los taxistas, lavadores de carros, meseros, domésticas, albañiles, etcétera.

¿Por qué? Pues porque los salarios que se pagan en empleos formales, como lo es en las fábricas, son salarios muy raquíticos e insuficientes para el sustento de una familia y en medio de la crisis económica que vivimos y la carestía de los insumos por la galopante inflación, muchos potosinos se ven obligados trabajar en la informalidad.

Esos obsesivos funcionarios que buscan con gran afán hermosear el Centro, antes de pensar en la eliminación o desalojo de los ambulantes, deben de ofrecer alternativas reales de un reordenamiento del comercio en la vía pública. Los modestos comerciantes –cientos de ellos mis compañeros antorchistas- solo piden que los dejen ejercer su actividad, que no se les afecte su derecho al trabajo y su sustento.

Los potosinos queremos un Centro Histórico limpio, ordenado y que por la belleza de su arquitectura colonial ha sido elevado a Patrimonio de la Humanidad. Los comerciantes también son humanos y es el patrimonio que más debemos respetar y proteger. Ojalá que las autoridades sepan escuchar.