La petite mort es un cambio en el estado de consciencia femenino después de un orgasmo. Tradicionalmente se describe como un desvanecimiento o pérdida de conciencia.
Como tal, no ha sido exhaustivamente estudiado, y ha sido relegado a los ámbitos de los mitos sexuales y de la espiritualidad.
En efecto, en muchas culturas, el orgasmo ha sido visto como una especie de trance espiritual.
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Sin embargo, la ciencia actual ha querido indagar en las causas fisiológicas de esta “pequeña muerte”.
De este modo, diversos estudios han podido comprobar que el electroencefalograma realmente cambia durante y después del orgasmo, y que la actividad cerebral se ve alterada.
¿Qué pasa en el cerebro durante el orgasmo?
El momento del clímax activa numerosas áreas de nuestro cerebro.
De hecho, existen más de 8000 terminaciones nerviosas en el clítoris, cuya excitación provoca, literalmente, un bombardeo de sensaciones en el cerebro.
Un estudio llevado a cabo por científicos del Colegio de Artes y Ciencias de la Universidad Northwestern de Evanston (EE. UU.) ha querido establecer cómo el orgasmo afecta al cerebro.
Así, según los autores, si la estimulación sexual es rítmica y suficientemente intensa, puede provocar lo que se denomina “arrastre neuronal”.
De esta forma, e n respuesta a la activación del circuito de recompensa provocado por el placer, el cerebro comienza a activar diversas estructuras tales como la amígdala, el cerebelo, el núcleo accumbens (liberando dopamina) o la glándula pituitaria (liberando endorfinas u oxitocina).
En este sentido, esta superexcitación provoca un “trance sexual” en el que se inhibe la corteza orbitofrontal lateral.
En consecuencia, durante el orgasmo, existe un único foco para el cerebro: la sensación que se experimenta.
De este modo, casi podríamos afirmar que el sexo es, per se, un estado alterado de la consciencia.
No, el cerebro no “se apaga” durante el orgasmo
Durante algunos años se creyó que la actividad cerebral de algunas partes del cerebro femenino descendía notablemente durante el orgasmo.
Sin embargo, un estudio logró demostrar que se trata, precisamente, de todo lo contrario.
Durante el orgasmo, la actividad cerebral aumenta gradualmente hasta llegar a su punto máximo, y luego descender.