(Chawla N et al. BMJ 2021; 375 doi.org/10.1136/bmj-2021-066768)
Varias guías recomiendan los inhibidores selectivos de recaptura de serotonina (SSRI) como tratamiento primario para los desórdenes de pánico.
La prevalencia de tales problemas de pánico es de 1% a 5% de la población general, los que se manifiestan por ataques inesperados de pánico, sin o con asociación a otros problemas psiquiátricos o no psiquiátricos, que incluyen ansiedad, depresión, enfermedades cardiovasculares, con disfunción social, de trabajo y familiar.
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La agorafobia se refiere a miedo intenso o ansiedad provocados por diversas situaciones, lo que puede mejorar con antidepresivos tricíclicos, benzodiacepinas, inhibidores de monoaminoxidasa y los SSRI.
Los autores conducen metanálisis en red y revisión sistemática para identificar los medicamentos que provean beneficios muy adecuados (remisión) y bajo riesgo (mínimos eventos adversos) para el tratamiento de los desórdenes de pánico.
De 2019 estudios, se seleccionaron 87, con 12,800 participantes y 12 clases de medicamentos; 86 de los estudios tuvieron problemas importantes de sesgos y todos los medicamentos fueron mejores que placebo, con aumento en respuesta de 27% a 47%, pero también con mayores eventos adversos de 19% a 79%.
Los SSRI se relacionaron en promedio a 58% de respuesta alta para trastornos de pánico. Sertralina y escitalopram resultaron con mayor tasa de remisión y aceptables eventos adversos.
Mayor supervivencia con la combinación de ejercicio de gimnasio y actividad física aeróbica en mayores de 65 años
(Webber BJ et al. JAMA Network Open 2022; 5(10):e2236778. doi:10.1001/jamanetworkopen.2022.36778)
Estudio que incluyó 115,489 participantes, predominantemente mujeres (57.3%), con 10,765 hispanos, se siguieron por 7.9 años y hubieron 44,794 muertes.
Aquellos que realizaron mayor tiempo de ejercicio y sobretodo, combinado, tuvieron mejor supervivencia; particularmente útil fue el realizar de 2 a 6 sesiones a la semana.
Problema cardiovascular con ejercicio recreacional en atletas de mayor edad (Fruytier LA et al. European Heart Journal – Case Reports (2022) 6, 1–7)
La mayoría de las muertes relacionadas con el ejercicio ocurren en mayores de 35 años y la muerte súbita, habitualmente, es causada en atletas jóvenes por problemas congénitos, estructurales y eléctricos; en mayores de 35 años, la enfermedad arterial aterosclerótica es la causa líder.
Las guías son insuficientes para el escrutinio que pudiese prevenir tales problemas cardiovasculares mayores que se asocian a muerte. Estudio realizado en atletas de edad mayor para prevenir tales eventos, reportó que sólo al 27% de los participantes se les demostró enfermedad obstructiva de las coronarias.
En estudio holandés, se evidenció que el tener síntomas similares a gripe o con fatiga, hay mayor riesgo de evento cardiovascular mayor al realizar ejercicio.
Lo anterior, ante el incremento de la demanda de oxígeno al contraerse el músculo cardíaco, lo que incrementa riesgo de bajo flujo (isquemia) cardíaco que puede conducir a infarto y/o muerte súbita.
Estas circunstancias son más frecuentes en la realización de maratones que en medios maratones, particularmente en el último cuarto de la carrera, como lo señala el estudio RACER; hay que hacer mención que 50% de los atletas con enfermedad coronaria significativa están clasificados como individuos sin riesgo alto.
Vacuna contra la influenza
(Sheikh K. New York Times; oct 17, 2022)
Con la llegada del otoño, también llega la temporada anual de gripe, con aumento en octubre y alcanzan su punto máximo entre diciembre y febrero. Muchas de las medidas de protección adoptadas contra la COVID-19 también ayudaron a mantener la gripe a raya.
Las vacunas contra la gripe se actualizan cada año en función de lo que los expertos aprenden de las temporadas anteriores, reducen el número de personas que enferman entre 40 % y 60 %, lo que significa que la vacuna puede ayudar a prevenir millones de enfermedades gripales cada año, así como miles de hospitalizaciones y muertes.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su siglas en inglés), la gripe causa anualmente entre 9 y 40 millones de enfermedades y de 12,000 a 52,000 muertes.
La vacuna no solo es una forma eficaz de protegernos, también protege a los miembros de la familia y a las personas que nos rodean.
Las personas de 65 años o más, tienen riesgo de desarrollar complicaciones graves a causa de la gripe, como neumonía, hospitalización y a la necesidad de conectarse a respirador. La gripe también puede aumentar el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular en los adultos mayores.
Los CDC y el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización recomiendan que las mujeres embarazadas se vacunen contra la gripe para protegerse a sí mismas y a sus fetos. Al igual que el cuerpo experimenta disminución de inmunidad al envejecer, también atenúa sus respuestas inmunes durante el embarazo.
Aunque las mujeres que han dado a luz, incluso si están amamantando, pueden recibir cualquier vacuna antigripal aprobada para su edad, las embarazadas deben evitar la vacuna en spray nasal FluMist, que contiene virus vivos. Esto se debe a que el virus de la vacuna podría teóricamente atravesar la placenta e infectar al feto, aunque haya sido “atenuado” o debilitado. Las vacunas disponibles para las mujeres embarazadas contienen virus inactivado o muerto, es decir, solamente partículas del virus que no pueden causar la infección.
Los niños pueden ser vacunados contra la gripe a partir de los 6 meses.
Los eventos secundarios comunes a vacunas son sensación de malestar general, dolores de cabeza, dolores musculares y náuseas.