Ya hay estudios que señalan que el riesgo de demencia se reduce si las personas pasan a estar menos expuestas a niveles altos de contaminación
La contaminación del aire perjudica al cerebro de los adultos mayores. Favorece que desarrollen deterioro cognitivo y demencia. Ahora la investigación científica está identificando que si se mejora la calidad del aire de las ciudades, también se beneficiaría la salud del cerebro. Hoy en 20 laboratorios científicos de todo el mundo se estudia cómo la contaminación atmosférica contribuye a la demencia en los animales. También ya hay hallazgos en personas mayores.
La Comisión de Prevención, Intervención y Atención de la Demencia de The Lancet añadió en 2020 a la contaminación atmosférica a una lista de factores de riesgo modificables para la demencia. Calculó que hasta el 40% de los casos de demencia en todo el mundo podrían prevenirse o retrasarse si se abordaran estos factores de riesgo.
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Uno de los estudios que aportó pruebas fue publicado en PNAS de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos. Los investigadores que lo hicieron descubrieron que el riesgo de demencia se redujo significativamente en mujeres de 74 años o más tras una década de reducción de dos tipos de contaminación atmosférica.
En el ambiente que rodeaba a esas mujeres se redujo la contaminación por el dióxido de nitrógeno, que un subproducto gaseoso de las emisiones de los vehículos de motor, las fuentes industriales y los fenómenos naturales como los incendios forestales; y las partículas finas, una mezcla de sólidos y líquidos extremadamente pequeños procedentes de fuentes similares.
Otro trabajo fue publicado en la revista PLOS Medicine, y se basó en la misma muestra de más de 2.200 mujeres de edad avanzada. Se encontró que los niveles más bajos de estos contaminantes se asociaban a una tasa más lenta de deterioro cognitivo. En las zonas en las que la mejora de la calidad del aire era más notable, la tasa de deterioro cognitivo se retrasaba hasta 1,6 años, dependiendo de la prueba.
Los más aptos tienen un 33% menos de probabilidades de desarrollar Alzheimer, según un informe. Ambos estudios tuvieron en cuenta otros factores que podrían afectar a los resultados, como el nivel socioeconómico de los participantes, las características del vecindario, las enfermedades preexistentes y las elecciones de estilo de vida, como el tabaquismo.
Los adultos mayores son especialmente vulnerables a los efectos nocivos de la contaminación atmosférica por la reducción de la capacidad pulmonar y al potencial de los contaminantes para agravar afecciones como las enfermedades respiratorias y las cardiopatías. Además, los efectos de la contaminación atmosférica se acumulan con el tiempo, y cuanto más viven las personas, se exponen a más riesgo.
El primer estudio nacional que demostró una relación entre la contaminación del aire y la cognición en una muestra diversa de hombres y mujeres mayores se publicó en 2014. Descubrió que las personas mayores que vivían en zonas con altos niveles de partículas finas eran más propensos a experimentar problemas cognitivos que las personas que vivían en zonas menos contaminadas.